sábado, 27 de octubre de 2012

Tú, Mi Obsesión Cap 14: Tempus Fugit I

Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.
 

Soy adicto a ti
A todas las cosas que haces
Cuando estas debajo de mi
En medio de las hojas
O al sonido que haces
Con cada respiro que tomas
Esto es diferente a cualquier cosa
Cuando me amas
Oh chica dejame tomarlo lento
Para ti
Tu sabes bien a donde ir
Quiero tomarte amor
Y odiarte hasta el extremo
Sé cuando se vuelve difícil
Todo el tiempo que pasamos
Tratando de construir este amor
Algo mejor que
Simplemente hacer el amor de nuevo
No me gustaria que te fueras tan lejos
De toda tonteria que no puedo realizar
No me gustaria que caminaras tan lejos

Capítulo 14: Tempus Fugit I

Dos días después...

La pared sonaba al compás y velocidad acordes a las embestidas de Edward. En cualquier momento, el pobre cabecero se rompería. Él tenía sus manos sobre este, impulsándose hacia dentro de mí y jadeando cada que lo hacía.
-¡Edward!- puse mis manos sobre su abdomen -¡Por favor! ¡Piedad!- imploré. Estaba más cansada que si hubiera corrido un maratón, quería mi liberación ya. Pero Edward no me daba tregua, eran las dos de la mañana y el seguía haciéndome el amor como un loco y me encantaba
-¿Más duro?- preguntó, asentí. Mis paredes comenzaban a cerrarse de nuevo, más fuerte que nunca, aquel estaba por ser mi tercer orgasmo en la noche o algo así, grité ante el placer
-Oh nena- gimió -Ciérrate más, apriétame Isabella
Hice lo que me dijo, saqué fuerzas de donde no tenía y lo apreté lo más que pude, Edward tomó mi cintura y me arqueó sobre el colchón
-Eso es nena. Más- seguía moviéndose
Bajé mis manos de su abdomen y las coloqué a mis costados, apreté de nuevo. La fricción se volvía cada vez más enloquecedora, no aguantaría más tiempo, justo en ese momento Edward aminoró el ritmo
-Dime que me amas Isabella
Mi nube de placer se disipó. Le miré. No entendía, el jamás me había pedido eso.
-Claro que te amo
-Dímelo Isabella, grítalo. Lo necesito- recuperó su ritmo rápido y la burbuja en mi bajo vientre comenzó a formarse de nuevo, espasmos de mi clímax amenazaban a todo mi cuerpo -Grítalo Isabella ¡dilo!- empujó por última vez dentro mío bastando aquello para que gritara hasta casi quedarme ronca
-¡Teee aaamo Edwaaaard!- me tensé toda y mi corazón latía en mis oídos, Edward soltó el cabecero de la cama y se lanzó a besarme cual poseso, pero esta vez algo había, raro, desconocido para mí.
-¿Qué tienes mi cielo?- lo sabía, era la primera vez que le llamaba así, pero es que me provocaba hacerlo en ese momento
-¿Cómo me has dicho?- preguntó aún pegado a mi boca
-Mi cielo, eso he dicho ¿qué pasa?
Torció la boca hacia un lado -Nada. Vamos a dormir ahora- con suma lentitud salió de mi apago la luz, me abrazó por la cintura como era ya costumbre y se durmió, me quedé unos minutos despierta, la actitud de Edward en los últimos dos días desde el lunes no era normal lo sentía más apegado que nunca.
Llevaba aquí en el departamento con Edward ya dos días, casi tres, habían sido los mejores días de mi vida, cada que me levantaba Edward ya me había preparado el desayuno y siempre recibiéndome con una enorme sonrisa en la cara, llegábamos juntos al trabajo, todos se habían dado cuenta en la oficina de eso, pero nadie había dicho nada... aún.
Edward no me dejaba salir de su oficina para nada, me tenía cautiva. Llegaba con él, me quedaba es su oficina todo el día, almorzábamos juntos y nos devolvíamos a su departamento juntos de nuevo, no es que me molestara en lo más mínimo, al contrario, aquellos habían sido los días en los que había visto a Edward más feliz, joven y fresco que nunca era como quería verlo siempre.
El cansancio al fin me venció.
OoO
Abrí los ojos, me estiré y me levanté de la cama, Edward, como no era raro, ya se había levantado, me metí a la ducha, me bañé tranquilamente, sequé mi pelo y me maquillé, abrí el clóset del cuarto de Edward, ya que, él se había tomado la molestia de colgar toda mi ropa en ganchos y acomodarlos dentro.
Saqué un vestido hasta un poco más abajo de la rodilla de color ciruela pálido, de tela delgada y con un cinturón del mismo color. Era muy bonito, saqué unas sandalias de color púrpura de Alexandre Birman y estaba lista, dejé mi cabello suelto como casi siempre, tomé el abrigo y el bolso de Carolina Herrera y me fui a la sala, a reunirme con Edward.
El estaba sirviendo un vaso de jugo, alzó la vista y me miró, sonrió de inmediato, le correspondí.
-¿Cómo has dormido?
-Bastante bien, gracias
Deslizó mi plato por la barra -Come
Tomé el tenedor y piqué un trozo de manzana, Edward recargó los brazos sobre la barra
-¿Nunca duermes más de seis horas?- pregunté
Frunció el seño -¿Por qué lo preguntas?
-Ayer...- me sonrojé -no nos dormimos hasta las dos de la mañana y te has puesto en pie antes de las seis
Me sonrió -Los fines de semana duermo más tiempo, nueve o diez horas
-Ah- dije -¿Ya has desayunado?
-Sí, ahora termina y nos vamos
OoO
Edward hacia unas llamadas y yo revisando unos documentos en la laptop, ambos estábamos en su escritorio, yo en una silla frente a él, alguien tocó a la puerta
-Adelante
Kate asomó la cabeza -Señor, la señorita Victoria está aquí
Levanté la cabeza de mi laptop y miré a Edward con ojos asustados, él por el contrario estaba tranquilo.
-Dile que pase
A los minutos Victoria entró con paso firme y con una bolsa de shopping en la mano. Se podían ver aún sus ojos rojos, ella había estado llorando, se puso a mi lado y me dedicó su ya conocida mirada despectiva.
-Edward- dijo con voz apagada y grave
-¿Qué quieres Victoria?- preguntó Edward alzando una ceja. Yo miraba la escena, como un tercer espectador.
Ella puso la bolsa sobre el escritorio
-Tranquilo- contestó -Sólo he venido a traerte las pocas cosas que había tuyas en mi apartamento- su voz era fuerte, pero temblaba
Edward no contestó nada, Victoria dio la media vuelta y se fue.
Bajé la cabeza, estaba avergonzada, una silenciosa lágrima bajaba por mi mejilla, la retiré inmediatamente, para evitar que Edward la viera, fallando miserablemente.
-¿Qué pasa?
-Nada
-Isabella- dijo con voz de advertencia -¿Qué pasa?
Me levanté de la silla y caminé hasta un cristal -Que me siento mal Edward, al verla, me sentí mal
-No tienes por qué- Edward giró su silla hacia mi
-Claro que si tengo por qué ¿No viste? Ella ha estado llorando, y todo es por nuestra culpa, Edward... a veces siento que- suspiré -Que todo esto- nos señalé a ambos -es un error- de inmediato me arrepentí de haberlo dicho, la madrastra me miró enojada y Blancanieves se llevó las manos a la boca, asustada.
Edward se levantó furiosamente de la silla y se lanzó hacia mí, obligándome a pegarme al vidrio
-¿Esto qué, Isabella? ¿Tú y yo?
-Edward yo... lo siento
-¡No Isabella! ¿Qué quieres? ¿Terminar con todo esto? ¡Vamos nena! ¡Házlo!
Casi corrí. Me acerqué a él y lo abracé fuertemente, pegando mi cabeza a su pecho -Edward perdón, no quería decir eso
Edward me abrazó por la cintura y pegó su nariz a mi cabello -No vuelvas a decir eso Isabella, por favor, en mi vida he cometido muchos errores pero sin duda, estar contigo es lo más acertado que he hecho
Nos quedamos un rato así. Seguía profundamente arrepentida por lo que había dicho ¿un error? ¡Que estupidez!
-El fin de semana no irás a tu universidad- susurró
-¿Qué?- levanté mi vista a su rostro
-El fin de semana no irás a la universidad
Reí -Eso es absurdo, son los únicos dos días que tengo para ir a estudiar, tengo que dedicarle tiempo
-¿A si? ¿Y entonces cuando es tu tiempo para mí?- su voz era dolida
-Oh por favor, he estado estos últimos días en tu apartamento y además no he salido de esta oficina
-Pero yo no quiero eso Isabella, quiero más. Que estés conmigo todo el tiempo y no te preocupes, por un par de días que no vayas no te pasará nada, no vas a ir a la universidad y punto- él se había separado de mí y ahora miraba a mis ojos
Me mordí el labio -Está bien- acepté -Pero, ¿qué vamos a hacer?
Sus ojos brillaron de nuevo -Muchas cosas Isabella, cosas que desde hace tiempo he querido mostrarte- me dio un beso en la mejilla y regresó a sentarse a su lugar
Ambos reanudamos nuestro trabajo. Edward bajó la bolsa que había dejado Victoria en el escritorio sin tomarse siquiera la molestia de revisarla.
-Isabella- me llamó
Lo miré
-Quiero que hagas el contrato para Alice, he decidido contratarla para el puesto de diseñadora de modas
Abrí la boca -¡Edward gracias! ¡No sabes lo feliz que se pondrá Alice con la noticia!- el sonreía también -¿Puedo llamarla ahora para decirle?- el me hizo un ademán para que lo hiciera
Tomé el teléfono y en tiempo récord marqué el número, luego de tres pitidos una agitada Alice me contestó
-¿Hola?
-Si ¿Alice?- dije
-Oh Belli, ahora... no puedo... atenderte... ¿es urgente?- Oh mi Dios, cosa más vergonzosa no me pudo haber pasado. Del otro lado de la línea Alice estaba... gimiendo, Edward miraba interrogante mis sonrosadas mejillas
Carraspeé -Hemm... Alice ¿estás con Jasper?
-Si Belli... ¿qué se te ofrece?
-Oh mmm... en verdad... es que... Edward me ha dicho que te da el puesto para diseñadora de modas de la empresa- dije encimando las palabras. Santo Cielo ¡Quería colgar de una vez!
Alice soltó un enorme grito que me obligó a separarme el teléfono de mi oído
-¡Belli! ¿Es en serio? Mira... ahora estoy ocupada pero no se... en unas cuantas horas estaré allí
-Vale Alice... si está bien- mi voz temblaba
-¡Okay!- dijo y colgó
Solté el aire de puro alivio. Mis mejillas me dolían aún.
-¿Qué pasó Isabella? Estás muy sonrojada
-Oh, nada, Alice dice que vendrá dentro de unas horas- sonreí y me dirigí de nuevo al sofá para continuar con mi trabajo
Edward no me hizo más preguntas, pero se me quedó viendo fijamente durante un buen rato.
Últimamente mi mente vagaba sola, tenia momentos reflexivos, si, pero había también, mucho impulsos reprimidos, y que hacían que esos momentos a veces fueran verdaderas torturas, con tantas dudas inseguridades y fantasmas que venían a visitarme, pero esta vez no lo reprimí, como un resorte me levante de mi asiento y casi con ansiedad me fui a sentar en su regazo, el me miro, claro, pensando ¿Qué le ha pasado a la loca de mi chica? Más no le deje pronunciar palabra
-Te amo Edward- susurré
El me sonrió -Yo también
Mi cerebro se contestó entonces que en toda la faz del planeta no habría nunca pareja como la nuestra.
OoO
Victoria subió a su Audi rojo, azotó la puerta y se llevó las manos a los ojos para evitar volver a llorar.
-¿Quién es la perra por la que me dejaste Edward? ¿Quién?- se dijo a sí misma mientras quitaba el freno de mano y arrancaba.
Llevaba dos días seguidos llorando, siempre había sido una mujer fuerte y que no se doblegaba ante nada ni nadie, pero Edward Cullen acababa con eso.
Conducía por las calles de Midtown, con un chirrido de llantas paró el auto para evitar pasarse el alto.
Ella no iba a rendirse, amaba a Edward Cullen y lo que ella quería siempre lo conseguía. Quiso ser la imagen de la portada de Vogue... lo fue, quiso ser la modelo del año... también lo fue, quería a Edward Cullen para ella... lo sería.
OoO
Como Alice había anunciado, llegó a las cinco de la tarde a la oficina, entró por la puerta y primero me saludó a mí con un efusivo abrazo, mientras que a Edward con un simple apretón de manos y un "hola", me pareció demasiado raro que se saludaran con esa frialdad, ya que, a términos practicos ellos dos eran cuñados.
-Isabella me habló sobre tus cualidades como diseñadora de modas y a pesar de que no cumples con la experiencia he decidido contratarte- explicó Edward mientras sacaba unos papeles y un bolígrafo
Alice me dedicó una sonrisa de agradecimiento y luego se volvió a él -Muchas gracias Edward, te prometo que no te defraudaré- Bueno, por lo menos se hablaban de tú
-Firma aquí entonces por favor- Edward le tendió la pluma y el contrato, Alice lo tomó y comenzó a leerlo
-El contrato dice básicamente que no puedes vender tus ideas a otra empresa bajo ningún motivo mientras estés bajo nuestro mando- explicó
Alice asintió, estaba a punto de firmar.
-Y también en una de las cláusulas se estipula que todo lo que tu veas que ocurre en la empresa no puedes hacerlo de dominio público ¿entendido?- alcé una ceja ¿? ¿Qué?
Alice hizo un gesto de confusión -¿Qué tipo de cosas podrían pasar aquí como para que sea necesario ponerlo en un contrato?- y yo estaba de acuerdo con ella ¿qué cosas irían a pasar como para que fuera necesario prohibir decirlas en un contrato? Me asusté un poco
-Eso ahora no tiene importancia, es un contrato de confidencialidad nada más
Alice firmó y Edward recogió los papeles -Entonces, tu trabajo aquí empieza la próxima semana, el Lunes
Ellos se despidieron con el mismo apretón de manos. Alice se fue.
-¿Por qué se tratan así?
-¿Así cómo?- preguntó
Ladeé la cabeza -Son muy fríos el uno con el otro
El encogió los hombros -Supongo que no le caigo muy bien, y para ser sinceros, ella a mí tampoco
OoO
Eran ya las ocho de la noche, Edward estaba recogiendo sus cosas y yo también, me puse el abrigo encima, Edward tomó su saco y su maletín, ambos caminamos rumbo a la puerta para salir. Sonó mi celular.
-¿Aló?
-¡Belli!
-¡Alice! ¿Qué tal?
Edward me miraba
-Belli, he convencido a Rose para salir a cenar, podrías aprovechar y hablar con ella
-Esa sí que es una buena idea- dije -Hemm... ¿a qué hora y dónde?
-En el restaurant al que fuimos la otra vez, a las nueve
-Perfecto, estoy ahí a esa hora- colgué
Edward me alzó una ceja -¿A las nueve qué?
-Edward... Alice me ha llamado y hemos quedado para cenar esta noche junto con Rosalie
-¿En dónde?
-En...- cerré los ojos unos segundos para recordar el nombre del lugar -Jean Georges
Edward asintió -Muy bien, yo te llevo. Vámonos
Supe que no me podría zafar de Edward así que acepté que me llevara.
Primero fuimos a su departamento, decidí no cambiarme de ropa, el vestido que llevaba ese día estaba perfecto, lo único que hice fue retocarme el maquillaje. Al darme cuenta ya eran veinte para las nueve.
Salí del baño y me dirigí a la sala, Edward estaba sentado en el sofá tomando whisky. Se había quitado la corbata y el saco.
-¿Nos vamos?
El se limitó a ponerse de pie y tomar las llaves del auto. Caminé detrás de él mientras hacíamos el recorrido hasta el estacionamiento, al llegar al auto, Edward no me abrió la puerta como era su costumbre, me monté en el Aston y Edward arrancó.
-¿Estás molesto por algo?- pregunté para intentar romper el hielo
-No, nada- de inmediato su semblante cambió, parecía más relajado ahora -Es sólo que... tenía planes para ir a cenar esta noche
Hice una mueca -Oh- susurré -Si quieres... puedo llamar a Alice y decir que pospongamos la cena- al decir eso las palabras de Alice surgieron en mi mente "eres una persona fuerte, valiente y libre y parece que Edward acabará con eso"
-¿Harías eso por mi?- preguntó. Asentí -No Isabella- sonrió -Ve a esa cena, que tantas ganas tienes de ir. Te tengo el fin de semana para mí sólo
Giro a la derecha por la Hudson Street y finalmente tomó salida en la rotonda hacia Central Park West
Luego de unos minutos Edward estacionó el auto
-Bien, llegamos- anunció
-Gracias Edward
Me bajé del auto y cerré la puerta, vi que no arrancaba. Me mordí mi labio
-Emmm... ¿Edward?- dije por la ventanilla -¿Vas a quedarte... aquí?
-Si
Fruncí el ceño ante su respuesta, estaba a punto de protestar
-Isabella, no me moveré de aquí digas lo que digas
Suspiré -Está bien- di la vuelta y me encaminé hacia el restaurante
Cuando llegué el hostess me envió hasta la mesa en donde estaban Alice y Rosalie, Alice me veía con mirada reprobatoria y negando con la cabeza, me pregunté por qué
Tomé asiento en la mesa. Rosalie no me veía
-Hola Bella- se limitó a decir
Alice me sonrió a medias y se acercó a mi oído -¿Me puedes decir por qué demonios él se quedó vigilándote ahí fuera?- dijo mientras miraba a través del cristal del local al auto de Edward
-Alice se que tal vez te parezca excesivo pero...- haber cómo lo digo -es un gran avance que me haya dejado venir sin poner problema ¿okay?
Alice volvió a negarme con la cabeza -¿Dejado venir? ¿Qué? ¿Acaso tienes que pedirle permiso?- lo dijo en voz suficientemente alta como para que Rosalie escuchara, la susodicha volteó
-¿Le has pedido permiso Bella?- dijo alzando sus rubias cejas. Rodé los ojos
-No voy a hablar con ninguna de las dos sobre lo que tengo que pedirle a Edward y lo que no. Es mi relación y estoy a gusto en ella, si al final no funciona vosotras estaréis para sostenerme; ahora quiero vivir esto, además estoy aquí para arreglar las cosas contigo Rosalie- me miraron con los ojos abriertos, pero no dijeron nada
En ese momento el mesero se nos acercó
-¿Puedo tomar su orden?- preguntó mientras me miraba fijamente a mí y yo también le vi. Vale, el mesero era bastante guapo pero de inmediato desvié la vista, sabía que Edward me estaría viendo ahí fuera y quería evitarme un problema
-Yo no tengo mucha hambre- dijo Rosalie -Un café y un pastel de chocolate
Alice pidió lo mismo
-¿Y usted señorita?- me preguntó a mí. Alice y Rosalie me miraban con una ceja levantada y sonriendo
-Lo... mismo- contesté
El mesero me dedicó una última sonrisa antes de irse, me tapé la cara con las manos, estaba tremendamente roja.
-Whoa Belli, el mesero te está coqueteando
-Calla Alice, más tarde esto será un problema con Edward, estoy segura- dije preocupada
Miré a Rosalie, en realidad, no se le veía enojada.
-Bueno Rosalie. Estoy aquí para pedirte una disculpa- musité al fin
Rosalie me sonrió -Bella, de verdad- se llevó una mano al pecho -sé que mi comportamiento en la fiesta no fue el adecuado y que quizá te di a entender que estaba molesta, pero la verdad es que no, actué así porque la noticia me tomó de sorpresa, jamás lo hubiera imaginado, pero si estás con Edward... está bien, sólo te advierto que te has liado con el mayor acosador sobre la tierra
Sonreí ante el alivio -¿Entonces no estás molesta ni nada?
-En absoluto- me sonrió -Claro que agradezco tu intención de querer aclararme las cosas, eres una buena persona Bella
Alice aplaudió -¿Lo ves Belli? Te dije que ella entendería
-Contigo si estoy un poco molesta Alice- dijo ella -Tú lo sabías y no me dijiste nada
Alice hizo un puchero -No me concernía a mí contártelo Rose
Rosalie miró a mi espalda -Bella, no es por preocuparte ni nada pero... Edward sí que se ve molesto
Miré sobre mi hombro, tratando de disimular, era cierto, Edward me miraba con ojos entornados mientras tamborileaba los dedos en el volante. Regresé la mirada
El mesero llegó con nuestros pasteles y cafés. Una vez más antes de irse, me sonrió. La madrastra entornaba los ojos analizando las formas de matar al maldito mesero guapo y Blancanieves se dedicaba a mirar el rostro de Edward e idear formas de cómo evitar una futura discusión por celos.
Hundí el tenedor en mi pastel y me llevé el pedazo a la boca. Saboreándolo.
-Tenía años que no me comía un pastel de chocolate- expresé
Alice y Rosalie asintieron
-Oh sí, pero esta delicia tiene miles de calorías- dijo Rose -Sólo lo como de vez en cuando, no quiero estar gorda
Ladeé la cabeza -Yo nunca me he preocupado por mi figura, me da igual estar un poco pasada de peso o no, ahora mismo me vendrían bien unos kilos de más, parezco un espaghetti- susurré riendo
-Eso será porque tienes buen metabolismo- contestó
-Basta de hablar de las calorías de la comida- dijo Alice -Me harán sentir culpable
-De acuerdo- dijimos ambas
La cena fue muy liviana. Todo había salido perfecto. Rosalie no me odiaba ni estaba molesta conmigo, me había quitado un tremendo peso de encima.
Charlamos unos momentos más luego de terminar los postres, todas utilizamos el método de pago de la vez pasada, nos pusimos los abrigos y salimos a la calle.
-¿Se les ofrece que las lleve a casa?- dije
-No Belli, muchas gracias, traje mi Porsche- contestó Alice
-Bien chicas, entonces, me despido- les di un beso en la mejilla a ambas
Alice me tomó por los hombros -Belli por favor, no dejes que te domine así, no dejes que te vigile- no contesté nada
-Si Bella- dijo Rosalie -Edward es un... hijo de puta despiadado cuando se lo propone y jamás le había visto con una chica pero sin duda, debe de ser terrible, así que te deseo suerte- me dio otro beso en la mejilla y luego las vi montarse al Porsche. Me giré y me encaminé al Aston, abrí la puerta, la verdad me estaba cansando un poco de que se metieran en mi relación, ¿es que no podían confiar un poco en mi?
-¿Podemos irnos?- me preguntó Edward cuando me senté y cerré la puerta
-Sí, claro
-¿Qué tal ha estado todo?- inquirió -¿Te han atendido bien?- supe de inmediato hacia dónde iba su pregunta pero me hice la tonta
-Todo ha estado estupendo, he arreglado las cosas con Rosalie, comí pastel de chocolate, y me han atendido muy bien
Edward giró las llaves y arrancó -Me alegro- se limitó a decir
Volteé a ver de nuevo a la ventana. Suspiré. Por lo menos hasta el momento no me había dicho nada con respecto a lo del mesero. Tenía un punto a favor.
-Entonces...- interrumpió mis pensamientos -¿Qué quieres hacer ahora?
Me extrañé -Pues... dormir, estoy muy cansada, mañana todavía tenemos que ir a trabajar. ¿Por qué? ¿Querías hacer algo más?
-No- contestó rápidamente
Mi corazón comenzó a latir rápido, hacía tiempo que quería preguntarle a Edward algo pero me daba suma vergüenza
Mordí mis labios y me retorcí los dedos
-¿Qué pasa?- dijo
Tomé aire -Es que... me preguntaba- ¡mierda! ¡Me costaba tremendo trabajo decirlo! -¿Cuando entraremos de nuevo en tu... cuarto negro?
Edward alzó une ceja -Podemos entrar ahora mismo, cuando lleguemos a casa
No dije nada más, ne dolieron las mejillas de inmediato ¿Yo le había pedido eso?
Al poco rato llegamos al departamento, tiré mi bolsa en el sillón, no me dio tiempo de nada, Edward me tomó por la cintura y me besó apasionadamente, me cargó y enredé mis piernas a su alrededor. El empezó a caminar hasta que sentí una puerta a mis espaldas. Lo sabía. Era la habitación negra. Sentí la puerta abrirse detrás de mí. Edward puso mis pies en el suelo y paró de besarme.
-¡Túmbate!- dijo de pronto. Entendí rápido y me senté en el borde de la cama y luego me acosté, con mis brazos a los costados. Sentía el corazón en los oídos. Era la segunda vez que estaba aquí y me ponía sumamente nerviosa. Edward sacó una tira de cuero de un cajón, se dirigió hacia mi -Las manos- ordenó, alcé mis manos hacia él, me juntó las muñecas y luego enredó la tira en ellas sin anudarla y sólo generando presión para que no se zafara
-No está anudada Isabella, puedes deshacerte de ella cuando quieras
Se levantó una vez más y sacó ahora una... ¿un látigo? Abrí los ojos por completo ¡mierda!
-Esto es una fusta Isabella- explicó -Pero tranquila, no dolerá mucho. Ahora, date la vuelta
Hice caso y me giré, con la cara hacia la colcha y mis manos apretadas por mi pecho. Sentí cuando Edward alzó mi vestido hasta la cintura.
-Oh Isabella, no sabes las ganas que tenía de volver a tenerte así- su voz era pesada -Pero, ayúdame, estoy en una encrucijada, no sé con qué empezar
Le miré por encima de mi hombro -¿por qué?
-Bueno- el pasó el dedo índice por el elástico de mi ropa interior -En el restaurante he visto como ese jodido mesero te coqueteaba y tu no hacías más que sonreírle e incluso, estoy recordando en este momento a ese tal Adam ¿lo recuerdas? Invitándote un café y tú diciéndole que si- suspiró -Tal parece que te gusta hacerme enojar
-Edward yo...- lo sabía, él no dejaría lo del mesero pasar, y por lo de Adam... también era de esperarse –De verdad lo siento, no sé lo que le pasaba al mesero y lo de Adam, ya te dije que es un amigo
El se encogió de hombros -Para la próxima ya sabrás lo que tienes que hacer para que no te azote, o por lo menos para que no te azote en el sentido malo de la palabra- Edward hizo énfasis en la palabra "malo"
-¿Sentido malo?- pregunté
-Si- acarició la parte trasera de mis piernas -Cuando los azotes son con el fin de causar dolor y no placer, así como ahora
De pronto deseé no haberle pedido nunca entrar de nuevo en la habitación. Edward me daba miedo y más ahora con esta maldita fusta en la mano.
-¿Estás enojado conmigo?
-Sí. Pero ese no es el punto. Te daré a elegir Isabella. ¿Quieres que primero te azote y luego te folle o por el contrario, que primero te folle y luego te azote?
Me sonrojé de nuevo. Edward nunca había usado esa palabra de "follar" Aunque en el "Real Diccionario Del Sexo" que en ese momento mi Madrastra tenía en mano si existía.
Negué -No lo sé, lo que tú... quieras- dije
Edward me sonrió -De acuerdo entonces lo que yo quiero es, primero azotarte y luego follarte, así que... te daré diez azotes con la fusta y cinco con mi mano, empieza a contar- no me dio tiempo ni de soltar un suspiro. Edward descargó la fusta sobre mi trasero, luego otra vez, y otra y otra vez, vaya que dolía, pero no tanto como me había imaginado.
Empezó a arder justo cuando Edward dejó a un lado la fusta y sin darme tiempo a nada más, me golpeó con su mano. Esto era mucho más aguantable que la fusta, volvió a golpear... cuatro veces... ¡cinco!
-¡Cinco!- grité
Edward me giro, poniéndome boca arriba y arrastrándome a la orilla de la cama, se colocó entre mis piernas, se bajó el pantalón junto con el bóxer, alzó mi vestido y me rompió las bragas, tirándolas no sé donde, acarició mis muslos una vez más y luego, lentamente se hundió en mí. Mmm... Fantástico
-Oh Bella, no sabes lo bueno que es follarte- gimió mientras entraba en mí de nuevo
Empujó de nuevo, deliberadamente lento. Me sentía inútil, quería tocar, pero no podía.
-Edward más rápido- pedí, en esos momentos lo que menos quería era algo lento, me moriría.
En realidad empezó a moverse, dentro, afuera, dentro, afuera... Era como el cielo, en los momentos en que Edward me foll... me hacía el amor me sentía feliz, aunque para que negarlo, esto era follar, por mucho que nos amaramos, también está permitido ¿no?
El volvió a apretar mi bajo vientre para crear fricción. Placenteramente insoportable.
-¡Oh Edward!- cerré los ojos y apreté mis puños atados
-Si nena, vamos, ¡dámelo!- me cerré sobre él, la burbuja en mi estómago estallo creando un increíble y placentero dolor de un instante en mi vientre, Edward se tiró sobre mí, apoyando su cabeza en mi pecho mientras regularizaba su agitada respiración, alzó su vista hacia mí, en sus ojos había algo que se me escapaba en ese momento
-¡Por el amor de Dios, Isabella! No vuelvas a dejarme- pidió, envolvió su dedo índice al rededor de la cinta de mis manos y me liberó de ella, me sobé las muñecas, estaban un poco rojas.
-Lo prometo, Edward- contesté
Él me sonrió, me besó en los labios y luego me cargó en brazos, y me sacó de esa habitación.
OoO
Edward me depositó sobre la cama, mi trasero rozó con las sábanas causando escozor. Ardía.
-¿Te duele mucho?- preguntó, frunciendo el ceño
-Algo, si
Levantó las cobijas y me metió en ellas, luego se tumbó a mi lado, acarició mi mejilla.
-No me gusta pegarte para que te duela Isabella, lo detesto
-¿Entonces por qué lo haces?
-Porque es necesario, los hombres te coquetean y te invitan a tomar café y tu no haces más que sonreír y decir que si ¿Qué no eres consciente de cómo me haces sentir cuando haces eso? Te miro y te veo haciendo eso y me lleno de celos
-Entonces no me vigiles- dije -Rosalie y Alice me han dicho que tu comportamiento les parece excesivo
-¿Y a ti te lo parece?- preguntó
Bajé la vista –Si, pero no te preocupes, ya te he dicho que ya no voy a recriminarte tu comportamiento, eres tú y así te quiero
Edward volvió a sonreírme y dejó un suave beso en la comisura de mis labios -Por eso te amo nena, eres tan dulce Mi Bella
Era la primera vez que le oía llamarme de esa forma -Mhmm... Mi Bella- repetí -Suena bien, me gusta- susurré
-Sí, pero sólo yo puedo decirte así. Duerme Mi Bella
Sonreí de nuevo y cerré los ojos -Hasta mañana Edward
OoO
Abrí los ojos y sonreí al instante, ese día, había tenido la suerte por segunda vez, de despertar y encontrar a Edward aún dormido abrazándome por la cintura, me tenía casi inmovilizada.
Estiré mi mano y acaricié su rostro ¿Algún día me cansaría de verlo?
Mordí mi labio, mi Madrastra en aquel momento también despertó mientras que Blancanieves seguía en su sueño de belleza de 10 o 12 horas. Me sonrió maliciosamente. Ella estaba pensando lo mismo que yo. Con cuidado de no despertarlo me deshice de su abrazo. Me deslicé hacia abajo, por las sábanas, entonces estuve frente a mi objetivo. Edward estaba desnudo. Tomé aire. ¿Yo iba a hacer eso? ¡Sí! Me contestó la Madrastra. Entonces lo tomé entre mis manos, toqué la punta con mi lengua y luego soplé, Edward se removió un poco, lo metí de lleno en mi boca, sabía bien. Empecé a mover mi cabeza arriba y abajo de forma lenta.
-¡Joder! ¡Bella!- Edward despertó y me quitó las cobijas de encima para verme entre sus piernas -¡Dios!- Rebotó su cabeza sobre las almohadas
Tuve que reprimir una sonrisa de orgullo. ¡Bien! Lo estaba logrando, miré a Edward a través de mis pestañas, el estaba reconcentrado, su boca entreabierta lista para gemir a la más mínima oportunidad, me sentí juguetona y me atreví a morder, pasé mi lengua de nuevo y volví a meterlo en mi boca.
Edward gimió sonoramente -¡Oh Isabella!- tomó mi cabello en un puño, guiando los movimientos y empezó a embestir en mi boca una y otra vez. Oh Dios... esto era realmente bueno, lo sentí casi hasta mi garganta, Edward de pronto paró sus movimientos.
-Para Isabella, o me vendré en tu boca
Mordí mi labio un momento y enrosqué mi lengua a su alrededor. Esto me estaba excitando demasiado, Edward al ver mi negativa a detenerme volvió a agarrarme por el cabello y volver a entrar en mi boca, sentí como su pene creció, su final estaba cerca.
-¡Mierda Bellaaaa...!- empujó una vez más y se vino en mi boca, sentí su líquido caliente deslizarse por mi garganta, un poco quedó en mis labios; pasé mi lengua para limpiarme. Miré a Edward, su cara era de total estupefacción, batí las pestañas inocentemente
-¿Te ha gustado?- pregunté
El me jaló por debajo de los brazos y me tumbó debajo de él, hundiéndome en el colchón
-¿Qué si me ha gustado? ¡Joder Isabella! Eres la mejor cosa en el mundo- se lanzó a besarme y estuve segura que pudo probarse a sí mismo
Me sonrojé hasta que mis mejillas dolieron
-¿Por qué te has sonrojado?- preguntó
-Todavía no puedo creer que lo haya hecho- escondí mi cara en su pecho, el acarició mi cabeza
-Mi dulce, dulce Bella. Puedes ser la mujer más sensual y caliente sobre el planeta sin perder tu timidez y ternura, eres increíble- Edward me estrujó entre sus brazos
-Ehmm... tenemos que ir a trabajar- le recordé
-Oh, no. Me has hecho la mañana estupenda y no quiero arruinarla
-Oh Edward, anda
Bufó -De acuerdo- me liberó de él y me dejó ponerme en pie -Pero... me dejarás bañarme contigo
Negué con la cabeza -De ninguna manera, si te dejo hacerlo no saldremos nunca de aquí. ¡No quiero que te metas a la ducha conmigo!
Edward entornó los ojos, colocándose en posición de ataque sobre la cama -¿Me has gritado? Oh señorita Swan, se ha metido en problemas
Solté una carcajada y me fui corriendo hacia el baño cerrando la puerta con seguro.
OoO
Edward POV
Isabella echó carrera hacia el baño mientras reía a carcajadas. Sin duda, esta era la semana más feliz que había tenido en mi vida.
La miraba a cada segundo, cuando reía, cuando estaba enojada, cuando se mordía los labios, e incluso adoraba ver su cara cuando estaba a punto de tener un orgasmo. No la merecía, lo sabía, pero me amaba, me lo había dicho. Me parecía tan impsible que ella estuviera ahí... en mi casa. Cerré los ojos y sin saber como un recuerdo macabro de mi vida se alumbro en mi cabeza ¿como una cosa tan pequeña me hace cambiar y volver a creer? He cambiado mil veces de nombre, con todas esas zorras, hice creer lo que yo quería, las obligue a todo y mas, y ahora estoy aquí, sin remordimientos, sin intenciones solos ella y yo.
Flashback
-¡Estás horrible! ¿qué no tienes otra ropa?- gritó
Allison se alizó la falda nerviosa -Pero... esta falda la compré especialmente para este día
Edward negó, aburrido -Pareces una cualquiera con eso puesto. No voy a salir contigo así...- señaló su vestimenta
-Pero si quieres... puedo ponerme otra cosa- su voz era delgada
-¡No!- dijo -Yo me voy de aquí. No es posible que no puedas hacer nada bien ningún día- se puso en pié y se dirigió a la salida
-¡Espera! ¡No te vayas!
Sonrió cínicamente -Yo me voy cuando yo quiera
Allison lloró -¿Ya no te gusto?
Se dió la vuelta y la miró -¿Cómo pretendes que lo haga? ¿Qué no te has visto en un espejo?- apretó los labios en un gesto -Estás... gorda, te maquillas demasiado y esa ropa no te queda. Además... eres estúpida
Allison tenía la boca abierta
-Así que... tendrás que hacer algo o sino...- dejó la palabra en el aire
-Pero yo te amo Richard
-Qué bien!- susurró -Yo no
Poco tiempo después Allison también se había suicidado.
Fin Flashback
Agité la cabeza para disipar esos recuerdos. Eso era cosa del apasado. Me levanté de la cama y me dirigí al otro servicio para darme una ducha. Terminé y me vestí. Traje negro, camisa blanca, corbata gris.
Me dirigí al clóset y en una maleta metí mudas de ropa para Isabella, más tarde las pondría en el coche.
Ahora seguía hacerle el desayuno a Mi Bella. Mientras sus pancakes se preparaban yo aproveché y tomé un plato de fruta y café.
Puse el plato de hot-cakes sobre la mesa. En ese momento mi Bella se apareció en la cocina enfundada en un vestido rojo que se amoldaba a su delicada silueta y unos tacones negros
-Hola- me sonrió
Le correspondí y le di su plato -Toma, también te he preparado un chocolate- le di la taza, ella se acercó a besarme, a llenarme de vida otra vez.
-Gracias- dijo.
Terminó de desayunar
-Vámonos
OoO
Rachel caminaba por Times Square* pasándose frenéticamente la mano por la irritada nariz. Desde el día anterior buscaba algún lugar en el cuál quedarse, pero simplemente nada.
Rachel caminaba por la acera de la 46th Street. Llegó a Midtown y buscó entre los edificios. Llegó a su destino. Un enorme edificio de cristal, una placa de granito y letras de acero "Cullen Corp"
-Te encontré maldito- susurró
Se quedó contemplando largos minutos el edificio.
-Pronto Edward Cullen, pronto...
OoO
Viernes por la noche. Edward conduce entre el tráfico típico de un día así. Estiré mi cuello de un lado a otro tratando de quitar el cansancio de mí.
-Mañana iremos de paseo nena- Edward sonaba excitado
Sonreí ante su emoción -Sip- contesté
Edward dobló a la derecha y vi que no íbamos para TriBeCa.
-Este fin de semana estaremos en mi casa en Los Hamptons, Isabella- respondió a mi pregunta no formulada
-Pero no traje ropa- recordé
-Ya me he adelantado a eso, en la cajuela traigo una maleta de ropa tuya que yo he preparado
-Bien hecho- le guiñé un ojo
Entramos a la autopista, a mi derecha el crepúsculo caía tiñendo el cielo de varios colores desde el ópalo hasta el naranja, era otoño, pero extrañamente esa tarde hacía calor, bajé el cristal de la ventana y le permití al viento desordenar mi cabello. Edward volteó a verme y pareció pensar algo un segundo.
-¿Le temes a las alturas?- preguntó
-No ¿por qué?
-Porque necesitarás no temerles
Vale. No entendí nada pero decidí no preguntar más.
Una hora y media después pasamos por un puente desde el cual se apreciaba el mar. Sonreí de nuevo
-¿Nunca has ido al mar Bella?
Me sonrojé -Nop
Él escondió un mechón de cabello que se había escapado detrás de mi oreja -¡Oh Isabella! Hay tanto que voy a mostrarte...
El paisaje cambió y las costosas residencias comenzaron a mostrarse frente a nosotros. Habíamos llegado. Tuve frente a mí a la imponente y hermosa casa minimalista de Edward, después de estacionar el auto y sacar mi maleta de ropa, entramos a la casa. Olía como la última vez que había venido. Manzana y canela.
-Bien nena, llegamos- soltó la maleta sobre el suelo y me tomó por la cintura, oliendo mi cabello -Te tengo toda para mi estos dos días. Toda, toda mía- me besó tiernamente
-¿Quieres algo de cenar?
-Sí, tengo hambre- contesté
Edward tomó mi mano y me guió hasta la cocina, sentándome en un banco frente a la barra.
-Quédate ahí- se dio la vuelta y empezó a sacar cosas de la nevera y la alacena, pronto tenía una cantidad de ingredientes sobre la barra, encendió la estufa y puso el sartén con aceite, me puse de pie en un brinco
-¡Hey! ¡Yo quiero ayudar! ¿Qué hay que hacer?
Edward abrió el chorro de agua y comenzó a lavar el arroz
-Prepararé un Risotto al Blue Cheese* ¿te parece?
-Suena rico
-Bien, entonces ralla los quesos y ponlos en una cacerola con nata, alcánzame una copa de vino blanco, por favor
Le di el vino y empecé a rallar el queso. En pocos minutos la cena estaba lista.
-Hacemos un buen equipo en la cocina- musité
-Desde luego- Edward me pasó los platos -Cenaremos en la mesa
Puse la mesa y nuestra comida, mientras, Edward apareció con dos copas de vino tinto en mano, se sentó y nos pusimos a cenar. Metí el tenedor en el risotto ¡Oh delicia!
-¿Qué tal?- dijo alzando las cejas
-Exquisito- dije sin poder contenerme, Edward sonrió con autosuficiencia, tomé la copa y le di un sorbo al vino, me impresioné de inmediato
-¿Qué vino es?
-Es bueno ¿verdad? Es un Barolo Carobric 2001*, se debe tomar en copa ancha para poder disfrutar de todos sus aromas
Mordí mi labio -¿Cómo es que sabes tanto de todo?
Sonrió con melancolía -Cuando tu vida es vacía y no tienes nada lo único que te queda por hacer es aprender cosas para intentar acabar con la monotonía
-Ya veo- dije con culpa. Oh no, no quería verlo triste de nuevo.
Decidí terminar la cena en silencio. Era difícil a veces charlar con Edward, no sabía lo que lo pondría triste ni lo que le pondría feliz. Era como si la Madrastra, Blancanieves y yo camináramos siempre por una cuerda floja a la que no se le veía final.
Edward me ayudó a recoger la mesa y lavar lo que habíamos ensuciado.
Me tomó la mano y me guió hasta otra de las habitaciones. Una que tenía colores cálidos y un pequeño sofá en la esquina.
-¿Y tu cuarto?
-No te gustaría estar ahí, es demasiado frío e impersonal, ahora ¿qué tal si vemos una película?
Edward se metió entre las cobijas conmigo, yo me puse un pijama -o por lo menos la parte de arriba - que él me había prestado, y él sólo pantalón de dormir. Nos metimos entre las cobijas y nos recargamos en la cabecera, Edward pulsó play al DVD
-¿Qué película has puesto?- pregunté
-Damage*
Alcé una ceja -¿En serio?
Volteó a mirarme -¿Por qué?
-Me encanta la película, en especial Jeremy Irons. Es... sexy- bromeé
-Maldito idiota suertudo- dijo entre dientes
-¡Edward!
-¿Qué? Nadie conquista lo que es mío
Vimos la película en silencio. Disfrutando de las escenas y las reflexiones, por un momento, mi absurda cabeza pensó que Edward y yo parecíamos una pareja de recién casados. Deseché el pensamiento ¿Qué mierda pasaba conmigo? No me gustaba ni tenía por qué estar pensando en cómo estaríamos Edward y yo a futuro, se formaba un nudo en mi estómago de inmediato.
Faltaban cinco minutos para el final, exactamente en la escena en la que Jeremy Irons contemplaba el retrato de Anna Barton, cuando sentí la mano de Edward por debajo de las cobijas en una caricia ascendente hacia mi sexo, hizo a un lado las bragas y empezó a masajear mi clítoris con ternura.
Cerré los ojos, pasé saliba -Oh si...
Edward se montó encima de mí y me hundió entre las esponjosas almohadas y sábanas, siguió acariciándome lentamente mirándome fijamente a los ojos. Vale, eso se sentía raro. Desvié la mirada hacia un lado y cerré los ojos, Edward puso una mano en mi cuello sin llegar a apretar
-Mírame Isabella- gruñó. Me vi obligada a hacerlo. Edward me hacía llegar cada vez más a un lento orgasmo sin cortar el contacto visual conmigo. Sentí uno de sus largos dedos entrar en mi, mis caderas empezaron a moverse por sí mismas.
-Eres tan malditamente estrecha Bella, que me duele cada que trato de entrar en ti cuando me aprietas y estás a punto de venirte- añadió un segundo dedo, con su otra mano comenzó a desabrochar los botones de mi/su pijama, chupó uno de mis pezones, y luego el otro. Oh mi...
-Edward... por favor- rogué
-Lo sé nena- dijo a la vez que sacaba sus dedos de mi interior y me penetraba de golpe. ¿En qué momento se bajó el pantalón? ¡bha! Eso no importa. Mis caderas y las suyas empezaron a chocar a un ritmo delicioso. Edward nos giró, quedando yo arriba.
-Mmm... así te sientes mucho mejor- dijo
Comencé a moverme en círculos de modo lento, para disfrutar, sentir...
-Muévete rápido- ordenó. Esa vez no hice caso, Edward se rindió y tiró la cabeza en la almohada, con una mano tomó mi cintura y con la otra comenzó a masajear mi pecho.
El orgasmo llegó pronto. Delicioso y lento.
Me tiré sobre Edward. Besé su pecho
-Te amo tanto...- solté un largo suspiro
-Yo también nena. Te amo- Edward tomó mi cara entre sus manos -Eres mía Isabella. Mía. Mía. Mía ¿lo prometes?
-Sí. Soy tuya Edward
OoO
Edward estaba pintado en un cuadro, terriblemente hermoso, de pronto, la chica que había visto en el metro se apareció y se unió a mí a contemplar el cuadro. Un grupo de muchas chicas hermosas salió entonces y se unieron a nosotras. Todas con la mirada perdida y ojos rojos.
-Edward...- susurró una de ellas
Volteé. Edward estaba ahí, con traje y un cigarro en la mano, de pronto, todas las chicas comenzaron a caer muertas al suelo, con las venas abiertas, Edward hizo un gesto de asco al verlas. Se acercó poco a poco a mí y me tomó las manos, me besó los nudillos.
-Mi Bella. Mi dulce Bella- susurró
Quise gritar al ver el charco de sangre que se estaba formando en el suelo, pero la voz no salía de mi garganta, miré a Edward de nuevo
-Mi Bella. Despierta Isabella, despierta, despierta- susurraba
Comencé a gritar de pronto y quise correr
-¡Joder! ¡Isabella!- Edward me agitaba para despertarme, abrí los ojos de golpe, él me veía asustado, me lancé a abrazarlo y tirar de él, le llené la cara de besos
-¡Oh Edward!
El se zafó de mi abrazo -¿Qué pasa Isabella? Dime ahora
-Nada, nada- sonreí -He tenido un mal sueño
El asintió y pareció creerme, de repente su sonrisa se ensanchó
-Anda, levántate, hoy iremos de paseo- se veía tan feliz y fresco que de inmediato me contagió su alegría, de un salto me puse en pie y me metí a bañar, me tomé la píldora.
Al salir Edward no estaba pero había dejado la ropa que iba a ponerme ese día, un hermoso vestido fresco y floreado de D&G y unas zapatillas negras ¡sin tacón! de Yves Saint Laurent, de pronto tuve una sospecha de que iríamos a algún lugar al aire libre por la ropa que llevaba.
En ese instante, Edward entró a la habitación, vestido con unos jeans y una sencilla blusa de manga corta color negro. Bastante -¡muy!- comestible a decir verdad.
-¿Lista nena?
-Sip- dejé mi cabello suelto y corrí hasta él
Pensé que primero desayunaríamos, pero no, Edward pasó de largo la cocina y se dirigió a tomar unas llaves que no eran las del Aston, Edward me alcanzó un abrigo, y él una chamarra de piel ¡Oh mierda! ¡Sexy!
Salimos de la casa y fuimos al garaje. Frente a mi había una camioneta Chevrolet del año color borgoña
-Sube- dijo
-¿Por qué en la camioneta?
Edward vaciló unos segundos y luego abrió la parte de atrás del auto, ahí había una canasta con mucha comida y una sábana a cuadros rojo con blanco. Mhmmm...
-Iremos de camping Bella- susurró
Sonreí -Nunca he ido de camping
-Oh Bella, no has hecho tan tas cosas...- negó -Pero lo solucionaré pronto
Cerró la cajuela y me abrió la puerta del auto, lo encendió y avanzamos.
Bajé una vez más la ventana de la camioneta, me sentía rara ahí, ya me había acostumbrado al Aston. Ese día hacía muchísimo sol y apenas eran las diez de la mañana.
Edward condujo hasta Long Island y luego se estacionó frente a un enorme parque con árboles. El letrero decía "Bienvenidos a Wildwood State Park"* Bajamos y Edward tomó la canasta y la sábana.
-Vamos- dijo
Muy poca gente entraba al parque. Algunos con tiendas de campaña en mano, Edward sacó unos cuantos dólares y pagó la entrada.
Seguimos el camino por un sendero tapizado por las hojas naranjas y marrones de los árboles, sencillamente era algo hermoso, fuimos hasta muy lejos y Edward subió a un lugar que estaba escondido completamente por los árboles, extendió la manta sobre las hojas y me invitó a sentarme.
Edward abrió la canasta y sacó un ramillete de uvas, sándwiches y ¿leche con chocolate?
-Sé que te gusta- explicó
Oh. A veces era tan tierno...
Empezamos a comer, más pronto de lo que imaginaba terminé mi sándwich y la leche.
-¿Hambre señorita Swan?
-Mucha
En tres bocados Edward terminó su desayuno y luego nos tumbó a ambos sobre la manta viendo hacia el cielo, cerré los ojos y pude oír el canto de las aves y nada más, miré a Edward, el tenía los ojos cerrados, el rostro relajado, me acerqué y besé su nariz. No abrió los ojos. Repartí besos por todo su rostro. Su frente, sus labios, sus párpados, su mentón... todo él. Alcé mi mano derecha y con el dedo índice tracé todas sus facciones. Cuando delineé sus labios llenos, Edward atrapó mi dedo entre sus dientes, primero chupó y luego mordió muy fuerte.
La parte masoquista de mi estaba disfrutando ese dolor, Edward abrió los ojos y mordió mi dedo más fuerte, sentí calor en una parte concreta de mi cuerpo al sur. Me soltó, saqué mi dedo y vi la boca de Edward. me había sacado sangre, pasó su lengua por ella y la saboreó.
-Mhmm... Tienes suerte de que no sea un vampiro- sus pupilas estaban dilatadas y su voz ronca. Me tumbó de nuevo, el encima de mí, estiró su mano y alcanzó una uva, la metió en mi boca, mastiqué, luego otra y otra, cuando íbamos por la décima uva decidí vengarme, atrapé la uva y la pasé sin soltar el dedo de Edward en mi boca, arremoliné mi lengua y succioné fuerte; le mordí suavemente.
-Para Isabella- advirtió -O te tomaré aquí y ahora sin importar que estemos en un parque familiar
Encogí mis hombros y seguí con mi tarea.
-¡Oh mierda!- siseó de pronto y alzó mi vestido
Me alarmé ¿En verdad Edward sería capaz de hacerme el amor aquí? Blancanieves y la Madrastra asintieron de inmediato.
Acarició la piel de mi entre pierna -Tú me debes una fantasía aquí en el bosque Bella ¿lo recuerdas?- Si, lo hacía. En la fiesta en el castillo Edward me prometió que nos perderíamos en el bosque
-Si- contesté -Pero Edward, por favor, no ahora- pedí
Pareció apiadarse de mí y comenzó a recoger la comida, guardarla en la canasta y doblar la manta. Tomó mi mano y nos puso de nuevo en la senda entre los árboles.
-¿Qué haremos ahora?
Sonrió maliciosamente -Es una sorpresa
¡Oh diablos! -Me da miedo en ti la palabra "sorpresa"- dije
Caminamos hasta la orilla del bosque. Entonces la vegetación cambió poco a poco y ahora, en vez de hojas secas en el suelo había arena blanca. Levanté la vista ¡el mar!
Giré la vista hacia Edward -¡Es... es... el mar Edward! ¡El mar!- parecía niña pequeña pero poco me importaba, comencé a dar pequeños brincos, ya me parecía a Alice.
Edward besó el dorso de mi mano -Me alegro que te guste Mi Bella, pocas veces he tenido la suerte de verte así de feliz como ahora- una sombra de culpa cruzó su rostro ¡Ahora no!
Jalé su mano y empezamos a caminar a la orilla de la playa. Había unas cuantas personas que tomaban el Sol y se ponían bronceador.
-Te prometo que más tarde nadaremos- dijo -Pero ahora nena... ¿recuerdas que dijiste que no le tenías miedo a las alturas?
-Sip- no sé de qué iba todo esto
-Bueno pues...- Edward paró en seco frente a una enorme plataforma tan alta como una torre de control, era enorme, excepto porque en esa "torre de control" había mucha gente en traje de baño.
Le miré interrogante y entendí todo, volteé hacia arriba, una persona gritó y luego saltó de la torre
-¡Santo cielo!- grité. Pero la persona nunca tocó el suelo, estaba sujeto por una cuerda... espera un segundo -Edward... esto es un...
-Es un bungee* Isabella
Mi corazón casi salta del pecho -¡Oh dios! ¿Quieres que salte de esa cosa? Además... traigo vestido
Asintió -Te gustará, yo lo he hecho un par de veces, es muy liberador y no te preocupes, allá arriba te prestarán un short
Le miré, dudando
-Anda Mi Bella, compláceme- dijo con voz suave
Rodeé los ojos y le señalé con un dedo -¡No es justo que me manipules de esa forma Cullen! ¡Vale!
Edward me alzó en brazos y luego me llevó corriendo hasta la "torre de control"
Subíamos por las escaleras. Aquello estaba tremendamente alto y cada metro que me alejaba del suelo iba dejando una parte de mi estómago, tenía náuseas, Edward subía detrás de mí. Llegamos dónde estaba toda la gente formando fila. Un chico le colocaba los arneses necesarios a una mujer joven, ella contó hasta tres y saltó. Me reprimí de volver a pegar un grito.
-Edward... sinceramente no creo que pueda hacerlo- susurré
Puso un mechón detrás de mi oreja -Claro que puedes Mi Bella
Vacilé -Está bien pero... ¿sabes colocar los arneses y las cuerdas?- él asintió -Bueno, me gustaría que tú me los colocaras, me sentiría más segura
-Por supuesto, yo te los pongo
-¿Tú también vas a saltar?- pregunté
-Desde luego
-Bien. Salta primero que yo para poder verte- pedí
La fila avanzaba con más rapidez de la que yo deseaba. Mi corazón estaba en mis oídos, mi estómago revuelto después de mucho tiempo, la voz de mi madre regresó a mi mente. Disfruta cada día Bella, cada instante. Recuérdalo... el tiempo vuela... la escuché como si ella estuviera ahí. Recordé ese día, en el que estábamos en una plaza de Miami, mamá tomaba un helado y me llevaba a mí de la mano, me paré frente a un reloj de sol y en el granito había inscritas unas palabras en latín: "Sed fugit interea fugit irreparabile tempus"* Mamá dijo que eso, en esencia significaba Tempus fugit* -el tiempo vuela- Ella dijo "Disfruta cada día mi niña, porque el tiempo vuela, como todo"
Regresé al presente de pronto
-Tempus fugit- se escapó de mis labios en voz alta
Edward sonrió -¿Conoces esa frase?- dijo extrañado
-Mamá solía decírmela- expliqué
-La mía también, esa frase es una de mis favoritas- rió -"Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra"
Bajó la vista y me miró -El tiempo vuela, como las nubes, como las naves, como las sombras- dijimos los dos a coro, traduciendo el poema.
-¿Por qué te ha venido ahora a la mente?
Encogí los hombros -Reneé decía que la vida había que disfrutarla y hacer todo cuanto pudiera. La he recordado en este momento y el día de mañana no quiero arrepentirme por no haber saltado hoy
-Buena reflexión- alabó -¿Extrañas a tu madre?
Hize un puchero -Si. A veces más que otras, pero siempre esta conmigo- sonrío
Por fin llegó nuestro turno. Edward dio un paso al frente y dejó que el chico le colocara los arneses necesarios, por última vez se aseguró las protecciones luego Edward cerró los ojos y contó hasta tres.
-Uno... dos...tres- Edward elevó los brazos hasta los costados y luego se dejó caer, desapareció de mi vista y vi la cuerda estirarse, me asomé, Edward caía en picada y luego rebotó cerca de dos metros sobre el suelo, bien, se veía fácil, se veía.
Edward regresó por la misma cuerda en la que había saltado se puso frente a mí y tomó mis manos
-Es tu turno nena
Mi corazón se saltó cinco latidos.
¡Oh mierda!
OoO
Canción: Addicted
Artista: Saving Abel

*Risotto al Blue Cheese: Platillo típico italiano compuesto por arroz en salsa de queso azul.
*Barolo Carobric 2001: Vino tinto producido en Italia en la región de Piamonte. Es uno de los vinos más consumidos en el mundo.
*Damage: Película británico-francesa basada en el libro de Josephine Hart, en la que un político inglés (Jeremy Irons) mantiene una relación con la novia de su hijo (Juliette Binoche) que con el tiempo se convierte en una obsesión sexual.
*Wildwood State Park: Ubicado en Long Island Sound, es un parque familiar hecho para hacer picnic, acampar y practicar deportes acuáticos y nado.
*Bungee: Mejor conocido como Bungy Jumping, es una actividad en la cual una persona salta desde una paltaforma ubicada a cientos de metros sobre el suelo.
*Tempus Fugit: Es una expresión el latin que significa "el tiempo vuela o se escapa" invitando a no perderlo.
* Sed fugit interea fugit irreparabile tempus: Frase en latín escrita generalmente en los relojes de sol, suele encontrarse a lado de Tempus fugit y significa: "Pero huye entre tanto, huye irreparable el tiempo".

Tú, Mi Obsesión Adelanto Cap 15: Tempus Fugit II

-¡No sé nadar!- grité -¡no me dejes sola por favor! ¡No me sueltes!

Edward sonrió -Nunca nena

La enorme ola cada vez está más cerca y se va haciendo más y más grande ¡Cristo!

Edward aprieta su agarre en mi cintura y yo envuelvo mis piernas en sus caderas. Me abrazo fuerte en su cuello. Ondas de agua nos salpican.

-Cuando yo te diga salta, lo haces ¿de acuerdo?

Asiento y entonces la ola mide al menos, un metro y medio.

OoO

La puerta del avión se abrió, el viento golpeó mi cara y agitó mi cabello. Edward me mira y toma fuerte mi mano.


-Todo saldrá bien. Mi Bella. Sólo diviertete. Tempus fugit ¿lo recuerdas?- Asiento

Respiro una vez, dos veces...

Las nubes se ven inmensamente acolchonadas. Creo que me he quedado sin estómago.

Blancanieves ha sufrido un ataque y yace desmayada en el bosque mientras que la Madrastra aplaude, divertida.
    

OoO

-Dime algo Edward. Tan sólo dime un poco de tí. Un poco- pedí

Me mira, en sus ojos exsiste un profundo y hondo dolor.

-¿Y arruinar este fin de semana? No- contestó

-Edward, siento que he vivido tanto a tu lado, pero en realidad ha sido tan poco tiempo... dime algo, déjame conocerte. Estoy cansada de que te encierres en tu mundo y me dejes afuera

Suspira sonoramente y pasa sus manos por el sedoso cabello

-Gente ha muerto por mi culpa y jamás he sentido un poco de remordimiento

¿Qué?        


 

domingo, 14 de octubre de 2012

Tú, Mi Obsesión Atuendo Bella Cap:13

 Fotos:

Atuendo Bella Cap 13: Vestido azul de H&M, abrigo negro de Zara, zapatos Louboutin Pigalle, bolso de piel Louis Vuitton, anillo Gwendoline de Dior y cadena con candado de Tiffany.

Atuendo Bella Cap 13 Regalo de Edward: Conunto de blusa y falda de otoño-invierno de Hoss Intropia, zapatos de gamuza cafés de Louboutin, medias gruesas color tierra, bolso Louis Vuitton y anillo Gwendoline.

Tú, Mi Obsesión Adelanto Cap 14: Tempus Fugit I

 
La pared sonaba a un compás y velocidad acordes a las embestidas de Edward. En cualquier momento, la pobre cabecera se rompería. Él tenía sus manos sobre esta, impulsandose hacia dentro mío y jadeando cada que lo hacía.

-¡Edward!- puse mis manos sobre su abdomen -¡Por favor! ¡Piedad!- imploré. Estaba más cansada que si hubiera corrido un maratón, quería mi liberación ya. Pero Edward no me daba tregua, eran las dos de la mañana y el seguía haciéndome el amor como un loco y me encantaba

-¿Más duro?- preguntó. Asentí. Mis paredes comenzaban a cerrarse de nuevo, más fuerte que nunca, aquel estaba por ser mi octavo orgasmo en la noche. Grité ante el placer

-Oh nena- gimió -Ciérrate más. Apriétame Isabella

Hize lo que me dijo. Saqué fuerzas de donde no tenía y lo apreté lo más que pude, Edward tomó mi cintura y me arqueó sobre el colchón

-Eso es nena. Más- seguía moviénodose

Bajé mis manos de su abdomen y las coloqué a mis costados, apreté de nuevo. La fricción se volvía cada vez más enloquecedora. No aguantaría más tiempo. Justo en ese momento Edward aminoró el ritmo

-Dime que me amas Isabella

OoO


-¿Esto que Isabella? ¿Tú y yo?

-Edward yo... lo siento

-¡No Isabella! ¿Qué quieres? ¿Terminar con todo esto? ¡Vámos nena! ¡Házlo!

Casi corrí. Me acerqué a él y lo abrazé fuertemente, pegando mi cabeza a su pecho -Edward perdón. No quería decir eso

Edward me abrazó por la cintura y pegó su nariz a mi cabello -No vuevas a decir eso Isabella, por favor. En mi vida he cometido muchos errores, pero sin duda, estar contigo es lo más acertado que he hecho

Nos quedamos un rato así. Seguía profundamente arrepentida por lo que habia dicho ¿error? Que estupidez

-El fin de semana no irás a tu universidad- susurró

-¿Qué?

-El fin de semana no irás a la universidad

Reí -Eso es absurdo. Son los únicos dos días que tengo para ir a estudiar. Tengo que dedicarle tiempo

-¿A si? ¿Y entonces cuando es tu tiempo para mi?- su voz era dolida

-Oh por favor, he estado estos últimos días en tu apartamento y además no he salido de esta oficina

-Pero yo no quiero eso Isabella, quiero más. Que estés conmigo todo el tiempo, y no te preocupes, por un par de días que no vayas no te pasará nada. No vas a ir a la universidad y punto- el se había separado de mí y ahora miraba a mis ojos

Me mordí el labio -Está bien- acepté -Pero, ¿qué vamos a hacer?

Sus ojos brillaron de nuevo -Haremos muchas cosas Isabella, muchas que desde hace tiempo he querido mostrarte. Iremos de paseo- me dió un beso en la mejilla y regresó a sentarse a su lugar


OoO

Tú, Mi Obsesión Cap 13: Tiempo Para Mí

 Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la historia es mía.

Tu tienes mi amor, tu quieres mi alma
Yo estaría loca en compartir tu vida
¿Por qué no puedes ver lo que soy?
Afila tus sentidos y da vuelta el cuchillo
Hiéreme y entenderás...
Yo nunca seré María Magdalena
(Tu eres una criatura de la noche)
María Magdalena
(Tu eres una víctima de la pelea)
(Tu necesitas amor)
Prométeme deleite
(Tu necesitas amor)
¿Por qué debo mentir, encontrar coartadas?
¿Cuándo te despertarás y comprenderás
Que no me puedo rendir a ti?
Lucha por afecto y gana el premio
Yo conozco esas partes del juego también
Yo nunca seré María Magdalena
(Tu eres una criatura de la noche)
María Magdalena
(Tu eres una víctima de la pelea)
(Tu necesitas amor)
Prométeme deleite
(Tu necesitas amor)

Capítulo 13: Tiempo Para Mí

Mis pies azotaban sobre el pasto constantemente, mis tobillos se doblaban dolorosamente por los tacones y el frío del exterior cortaba mi cara. Como si Blancanieves hubiera salido a flote, estaba buscando algún maldito tronco hueco e inclusive la casita pequeña de los enanos para esconderme urgentemente, hacía tiempo que ya no escuchaba los pasos de Edward detrás de mí y mis pulmones ya no aguantarían por más tiempo, me paré en seco y me agarré de un tronco, tratando en vano de normalizar mi respiración, solté un quejido y luego comencé a llorar, de veras. ¿Cómo era posible? ¿Edward? ¿James? ¿Qué mierda tenían que ver ellos dos? Ningún pensamiento cuerdo cruzaba por mi cabeza, si seguía así me iba a volver loca ¡Es que esto en verdad no podía ser! ¿Por qué? ¿Por qué?
Sentí una presencia detrás de mí, lo sabía, él estaba ahí
-Isabella- me llamó. Cerré los ojos, tomé un respiro y volteé a verlo, la mitad de su cara estaba iluminada por la luna, su ceño fruncido y preocupado. Me quedé ahí... esperando -Déjame explicarte- se acercó en una zancada a mí, me alejé de él al instante, mis lágrimas resbalaban por las mejillas, trataba de no hacer ningún sonido, Edward al parecer suspiró
-¿Exactamente qué es lo que recuerdas?- su voz era firme y profunda ¿Pero qué..? ¿Cómo?
Negué con la cabeza y me mordí el labio -No entiendo- fue lo único que fui capaz de contestar, y aún así, no logré ocultar mi voz distorsionada por el llanto
-Dime detalladamente lo que recuerdas- volvió a decir
-Yo... no me, yo no me acuerdo de nada- Oh genial, parecía retrasada -Sólo quiero saber lo que pasa en este momento
-¡Maldita sea Isabella! ¡Quiero saber los malditos recuerdos que tienes ahora en la cabeza!
Mordí mis labios -Yo sólo... no recuerdo nada, te he dicho ya que ese episodio de mi vida de algún modo se ha perdido en mi cerebro- mi voz era aguda, el tono de voz con el que me había hablado me acobardó un poco
Edward suspiró de un modo que pareció estar profundamente aliviado, no entendí muy bien por qué, se pasó una mano por el cabello y abrió la boca para hablar
-Estaba de paso por Forks, era de noche y entré a un bar, había un tipo rubio demasiado borracho, no crucé ninguna palabra con él, y no sabía que él era James
-¿Y por qué Emmet si lo sabe?
-Emmet hace poco se enteró del accidente y de que James había muerto, piensa que yo tuve algo que ver con su muerte- explicó, yo no me tragaba eso
Entrecerré los ojos -¿Por qué demonios tu propio hermano piensa que has matado a un hombre? ¿Cuáles son los motivos?
Edward, se quedo mirando unos segundos el suelo y luego levantó su vista hacia mi -Digamos que él nunca... ha confiado mucho en mi, sabe algunas cosas acerca de mi vida en...- carraspeó -Londres y se ha quedado con la idea de que soy una persona mala- se encogió de hombros y su mirada se volvió triste -Supongo que tal vez tiene razón en pensar eso
-¿Por qué no me habías dicho nada?- estaba tan enojada... pero a la vez conmovida por sus palabras ¿Cómo es que tu propio hermano puede pensar algo tan horrible de ti? -Si todo esto me lo hubieras explicado desde un principio... si tan sólo hubieras hablado conmigo, entonces tal vez esto no estaría pasando, ojalá seas consciente de eso- El asintió
-Planeaba decírtelo, lo juro. Sólo estaba buscando el momento apropiado para hacerlo- ahora el estaba a una distancia mínima de mí. Estaba confundida, entorné los ojos, sopesando cada palabra, analizándola, no sabía qué hacer, el siguiente movimiento no lo vi venir...
Edward me besó a la fuerza apoyándome contra la corteza del árbol, yo trataba de alejarlo
-¡Escúchame! Yo no sabía que era él ¡lo juro!- gritó mientras me agarraba por los brazos, su cara era de angustia -Isabella, Mi Bella, te estoy diciendo la verdad, eso es lo que ha pasado- Se veía tan indefenso…
-¿Seguro? ¿Lo prometes?- yo seguía llorando. Quería creer, de verdad quería hacerlo…
-Lo juro- rezó –A James Witherdale yo no lo conocía…
Caí sobre mis pies, me arrodillé en el frío pasto y apoyé mis palmas sobre este, jalaba aire una y otra vez, sentía que en cualquier momento perdería la conciencia de mi misma, Edward se sentó sobre sus talones, extendió sus brazos y me atrajo hacia el
-Bella, por favor, créeme, te estoy diciendo la verdad, lo hago, no te estoy mintiendo, te amo, te amo, te amo- me acurrucaba en su pecho, yo lo amaba con todo mí ser y le creía, de verdad lo hacía pero necesitaba un tiempo para mí
-Te creo- dije mientras sorbía mis mocos en un gesto poco femenino, me separé de él y me levanté –Pero necesito tiempo- dije
A la velocidad de la luz Edward se levantó y me sostuvo por el brazo -¡No! ¡Eso no!- bramó, volvió a abrazarme y me estrujaba entre sus brazos, quitándome el oxígeno –Isabella, no hagas esto, no lo hagas, por favor, no me hagas esto- imploraba
-Edward, por favor, suéltame- el aire no llegaba a mis pulmones -Es sólo tiempo, eso es todo, sólo un poco de tiempo- pedía
-¡No!- me gritó -No puedes Isabella, no puedes
Cerré mis ojos para contener las lágrimas -Sólo quiero tiempo para mí sola, quiero hacer mi tarea, ir con mis amigas a bailar, ir a correr... eso nada más, por favor
-Todo eso lo puedes hacer conmigo- dijo cerca de mi oído ¡Oh Edward! sabes perfectamente que no... me dieron ganas de decir -Además, cuando te des cuenta de lo buena y perfecta que es tu vida sin mí a tu lado no querrás volver conmigo
Entonces alcé mis brazos y lo abracé lo más fuerte que pude -¡Eso jamás! Te amo Edward, te amo, nunca sería capaz de alejarme de ti, ¿lo oyes? ¡Nunca!- me zafé de él y caminé unos cuantos pasos lejos
-¿A dónde vas?- preguntó
Solté un suspiro entrecortado -¿Me llevarías a mi casa por favor?- el no contestó, se limitó a tomar mi mano fuertemente y guiarme hacia afuera del bosque, inmediatamente el ballet parking llevó el auto a Edward y ambos nos montamos en el sin decir una palabra y sin despedirnos de nadie, cosa que me hizo sentir mal, todos, salvo Emmet y Rosalie se habían portado estupendamente conmigo, era una grosera.
Maldije las dos horas de trayecto en el carro de Edward; ahora no miraba la ventana, miraba mis manos sobre mi regazo, Edward tenía la vista hacia el frente y su mandíbula estaba tensa, reprimí el deseo de mirar su rostro y sus labios, si lo hacía estaría perdida.
Estiré mi mano para prender el estéreo pero Edward me detuvo
-No- su voz era fría, estaba enfadado conmigo
Al fin llegamos al edificio de mi apartamento, Edward frenó y giró la vista hacia mí, su gesto una vez más era de angustia
-Supongo que no hay manera de hacerte desistir de tu decisión- susurró
-Estás en lo correcto- el asintió
-¿Cuánto tiempo?- su voz era fría una vez más ¡Jodida bipolaridad!
-Dos días- dije -Sólo dos días
-¿Por lo menos puedo desayunar contigo mañana?
Sonreí triste -No. Voy a ir a mi universidad todo el fin de semana, voy a estar ocupada- le di un beso en la mejilla -Aprovecha el tiempo Edward, diviértete, no lo sé... algo
-Mi vida es divertida cuando tú estás a mi lado, por lo demás... no vale la pena- ¡Oh por favor! Lloraré de nuevo
-¡No digas eso!- reclamé -Por favor Edward, sólo dos días
-Uno- dijo
Reí quedamente -No es algo que se pueda negociar
-Tú sabes que tengo mis medios para convencerte- en otro momento eso habría podido ser un comentario cómico y tal vez hasta erótico pero ahora parecía una amenaza
-Edward, soy más fuerte de lo que parezco, no me doblego tan fácil- torcí la boca
-Entonces vamos a probar- acercó sus labios a mi boca y me dio un beso lento y delicioso -Vamos a ver cuánto tanto tiempo eres capaz de aguantar
-Tengo demasiadas cosas por hacer y por analizar, yo diría que en exceso- suspiré -Te estoy pidiendo tiempo Edward, de verdad quiero que esto funcione, estos días los ocuparé para pensar en nosotros, no es fácil lidiar con el hecho de que hayas conocido a James y menos que no me dijeras nada y enterarme de esa manera, tienes que entenderlo
-¿Qué pasará entonces si decides que no me quieres más a tu lado?- preguntó él tamborileando sus dedos sobre el volante
Bajé la vista -Supongo que no es bueno pensar en eso ahora- me sobresalté cuando Edward pegó sobre el tablero
-Entonces existe la posibilidad de que esto termine
No contesté, no tenía ni idea de cómo contestar a eso, me giré y puse mi mano en el seguro para abrir la puerta y bajarme pero Edward me lo impidió
-No quiero que te vayas- su voz era fría y dura, respiraba sonoramente -Me has dicho que no ibas a dejarme Isabella, dijiste que serías incapaz de hacer eso y ahora dices lo contrario, dices que si reflexionas y ves que esto no es bueno, entonces te irás ¿por qué te contradices?
-Edward...- no sabía que más decir -Sólo... dame estos dos días, hasta el lunes ¿de acuerdo?
Pasó la lengua por su labio inferior, asintió y luego río sin ganas -Me haces sentir tan jodidamente indefenso Isabella...- negó con la cabeza -Dos días entonces- sentenció -Hasta el Lunes
Bajé del auto y cerré la puerta, no volví a mirar hacia atrás, me limité a entrar al edificio y subirme al ascensor.
Saqué mis llaves del bolso y abrí la puerta; cerré los ojos y respiré hondo, un impulso me empujó a mirar por la ventana, me sorprendí al ver que el Aston Martin estaba allí, Edward aún no se había ido, me mordí el labio y me alejé de la ventana, fui a mi habitación, quería mi pijama, era muy infantil, de Hello Kitty, pero me daba igual era muy cómoda, cepillé mis dientes y mi cabello, por fin apagué las luces.
No pude reprimirme y me asomé de nuevo por la ventana, Edward seguía allí, había salido del auto y estaba recargado sobre este, me miraba sin ninguna expresión en el rostro, alcé mi mano derecha y le dije adiós con la mano, alejándome de nuevo de la ventana y me tiré en la cama, no sabía porque pero este era uno de los momentos Deja Vu, sentía que esta escena ya la había vivido antes.
No pensé mucho en los dos días que estaría lejos de Edward, si lo hacía demasiado me arrepentiría y correría a sus brazos, miré a mi izquierda, el vestido de esa noche estaba sobre la silla del tocador, terriblemente manchado de lodo, lo mandaría a la tintorería.
Cerré los ojos, estaba tan cansada que me dormí al instante.
OoO
Edward llegó a su departamento, frío y oscuro como todos los días, hizo lo que casi siempre hacia: dirigirse hacia el bar y servirse una gran copa de whisky, tirarse en el sofá y comenzar a beber, no quiero estar aquí... no quiero... quiero estar en la cama con Mi Bella abrazando su cuerpo dulce y cálido. Estuvo a tan sólo un paso de tomar la copia de las llaves que tenía del departamento de Bella y entrar en él, pero retuvo el impulso, si ella le había pedido dos días él muy a su pesar los respetaría. Todo Isabella, todo con tal de que no te alejes. No quería sentirse así, odiaba sentirse así, indefenso y tirado a la suerte de la incertidumbre sin saber lo que le depararía la vida en dos días. La incertidumbre no es algo a lo que estuviera acostumbrado un obseso del control como él, pero ahora lo estaba, a las dos de la mañana el alcohol y el agotamiento lo vencieron, quedándose dormido sobre el sofá, recuerdos terribles como hacía mucho tiempo no tenía lo invadieron de nuevo.
Flashback
Edward Cullen retiró el cigarrillo de su boca y agitó el periódico sobre la mesa. Comenzó a leer el titular de ese día del The Sun, estaba en letras grandes y negras: "Dorian Grey ataca de nuevo" el sonrió, esa era la noticia que venía escrita durante los últimos meses en todos los periódicos de Londres, el titular era el único que cambiaba: "Otra víctima más de Grey","El apetito de Dorian no tiene fin","Familia llora a víctima de Dorian Grey" , "El terror de Londres surge otra vez"...
Eran tantos los títulos que le daban a las noticias... Todas las notas decían lo mismo con otras palabras.
Ese día, como no era nuevo, Londres estaba nublado y hacía frío. Le dio un sorbo a su café y siguió leyendo el periódico.
-¿Se te ofrece algo más?- le preguntó la joven mesera de la cafetería, el sólo negó con la cabeza, volvió la vista, una hermosa joven de cabello rubio fresa pasó por fuera de la cafetería, al instante Edward sacó su billetera y dejó unas cuantas libras sobre la mesa, salió corriendo del lugar y la siguió el paso, ella se dio cuenta de que la seguían, pero no hizo nada.
Unos cuantos metros más Edward Cullen orilló a la chica hasta un callejón y la arrinconó hasta una pared.
-¿Cómo te llamas?- preguntó con voz oscura
La joven en vez de estar asustada, sonreía, posó una mano sobre el pecho de él -Rachel- ella se lamió los labios, Edward sonrió. Tenías razón Tanya, todas son unas putas... pensó
Edward besó sus labios lentamente y subió la delicada tela de su falda -Bueno Rachel... eres muy guapa...
Tres semanas después el titular del periódico cambió: "Adiós a Rachel Collins" la nota seguía con una descripción clara de la noticia: Londres, Inglaterra a 20 de Abril de 2007. La reconocida modelo británica nacida en Leicester, Rachel Collins, fue encontrada muerta el día de ayer en su departamento en Sloane Street, la joven tenía las venas abiertas y una navaja en su mano derecha, todo señala que fue un suicidio. Cabe recordar que Rachel hace unos días fue despedida por la agencia en la que trabajaba debido a una disminución muy radical en su peso, llegando a pesar menos de cuarenta kilos, lo que desfavorecía a la imagen de la agencia, según testimonios de sus compañeros modelos Rachel desde hacía unos días venía presentando claros síntomas de depresión ya que nunca comía y se le sorprendía llorando en los pasillos, los testimonios también indican que la depresión comenzó al iniciar Rachel una relación de noviazgo con Richard Williams, del que se desconoce su actual paradero. Las autoridades ya iniciaron la búsqueda de Richard debido a las posibles implicaciones que este desconocido sujeto pudo haber tenido con respecto a la muerte de Collins. Hasta ahora la búsqueda no ha dado frutos, ya que nadie cercano a Rachel le conoció y la base de datos de la policía no ha da resultado.Rachel Collins no tenía ninguna familia, sus padres murieron hace tres años y era hija única, la chica contaba con veintiún años y un futuro prometedor en el mundo de la moda. Era reconocida modelo en desfiles de grandes firmas como Chrisitan Dior, Marc Jacobs, Oscar de La Renta, Louis Vuitton, Elie Saab, entre otras. Sin duda una gran pérdida, el mundo pierde hoy a una gran modelo y a una gran persona. Que en paz descanse, Rachel Collins.
Edward terminó de leer la nota y bufó -Se lo tenía merecido la tal Rachel- dijo para sí mismo -Era una puta como todas
Fin Flashback
El recuerdo le obligó a despertarse, se pasó una mano por la cara y luego miró su reloj, eran las cinco de la mañana. El cielo a través de los cristales comenzaba a ser tal vez un poco más claro, se levantó del sofá y colocó en su lugar la copa de whiskey.
Se dio una ducha y se vistió con una simple camisa blanca y vaqueros, miró con tristeza la cama de su habitación, Bella había estado allí, la silla en la que se había sentado él al ver el baile seguía en su lugar y el corsé que Isabella se había puesto ahora estaba dentro de su clóset. Desearía que estuvieras aquí Mi Bella
Miró todo a su alrededor ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Es fin de semana... su mente buscaba sin resultado algo que le interesara hacer un sábado.
OoO
Me puse en pié a las siete de la mañana, no había sol, tendí la cama y luego me metí a la ducha, ese día no me vestiría con los caros conjuntos de diseñador que tenía en mi armario gracias a Alice, me puse mis vaqueros, los converse y un suéter a rayas de Abercrombie & Fitch y sobre este otra chamarra blanca de la misma marca, me maquillé apenas, desayuné un cereal, lave mis dientes, tomé las llaves y mi mochila con los libros y el material, me di un vistazo en el espejo y solté un suspiro triste
-Así es como mi vida solía ser antes de ti- dije mientras pensaba en Edward
Salí al frío aire de Manhattan y me convencí de que me había abrigado lo suficiente. La universidad no quedaba muy lejos, de hecho, me toma a lo sumo quince minutos llegar a pie a la Columbia University, comencé a caminar, adoraba hacerlo, era algo revitalizante y llenaba mis pulmones de aire, en quince minutos contados llegué a la facultad, una chica morena de la que no recordé su nombre me saludó, llegué a mi salón, el profesor Ceglie entró después de mí
-Buenos días- nos saludó a todos con su fuerte acento italiano
Dicho profesor impartía la asignatura de Investigación de Mercados, tenía un carácter fuerte pero sin exagerar, a él le gustaba que participaras en sus clases, estábamos en medio de un tema importante en la clase cuando mi celular comenzó a timbrar, maldije a todos los infiernos en silencio, todos mis compañeros voltearon a verme con ojos alarmados. Una de las cosas que el profesor Ceglie odiaba profundamente eran las interrupciones telefónicas durante su clase, miré la pantalla del celular ¿pero qué...? ¡Era Edward! ¡Edward! ¿Qué no habíamos acordado dos días libres? Rodé los ojos, el profesor carraspeó
-Señorita Swan- era obvio que estaba enojado -Si no va a contestar ese teléfono le sugiero que lo apague
Asentí un poco sonrojada, apreté la tecla roja para cancelar la llamada y volví el celular al bolsillo de mis vaqueros, estúpida de mi no apague el celular.
Cinco minutos después mi celular comenzó a sonar insistentemente de nuevo, volví a cancelar la llamada y di gracias al cielo porque el profesor no se había percatado del suceso, pasaron veinte minutos, todos tomábamos notas, sobre el pizarrón el profesor Ceglie había puesto estadísticas de mercado en los últimos dos años
-Veamos- dijo mientras señalaba la gráfica con su mano -Digamos que el mercado de Nueva York tiene mayor demanda en los insumos etílicos y el consumo medio anual es de diez puntos tres litros per cápita, existen unos cuatro mil bares en Manhattan, eso significaría que cada bar necesita cierta cantidad de alcohol. ¿Alguien puede decirme la cantidad de alcohol que necesita cada bar tomando en cuenta que hay un aproximado de cuatro punto seis millones de personas por arriba de los 21 años?- todos sacamos nuestras calculadoras y empezamos a realizar las operaciones necesarias, pronto obtuve el resultado, entonces alcé la mano para responder y... el jodido celular timbró de nuevo, cerré fuertemente los ojos y bajé la mano para tomar el aparato entre mis manos, el profesor hizo una mueca de desespero y se pasó la manos por la cara, dándose la vuelta
-¡Estronzo di merda!- gritó. No me faltó saber mucho italiano para tener una idea de lo que había dicho
-Profesor- le llame con todo el miedo del mundo -¿puedo contestar?
El sólo me hizo un ademán con la mano para que lo hiciera, prácticamente salí corriendo del salón, abrí el celular y contesté
-¡Aló!- grité ultra enojada
-Isabella, ¿te encuentras bien?- el tono de su voz era preocupado
Bufé por lo bajo -¡Estoy en clase Edward!- unos estudiantes que pasaron a mi lado se me quedaron viendo raro
-Disculpa- dijo -¿Por qué no contestabas el teléfono?- reclamó al instante
Oh mi... respiré profundo -Estoy en la universidad Edward, en clase ¿Se te ofrece algo?- mi voz sonó más brusca de lo que en realidad quería
-Sabes que no me gusta que me grites Isabella- advirtió -Tal vez arreglemos cuentas luego...
-No me amenaces- apreté los dientes -Estos son mis dos días Edward, en eso quedamos
Se oyó un suspiro del otro lado del teléfono -Si, ya sé, es sólo que... ¿podrías por favor almorzar conmigo más tarde?
-Edward...
-Por favor, en verdad lo necesito, sólo hazme ese favor
Me mordí el labio -Muy bien ¿dónde y a qué hora?
-Yo pasaré por ti, estaré allí a las doce- y sin más me colgó ¡me colgó! Mire al cielo, suspire iba a ser duro, luego me giré para entrar de nuevo a clases.
OoO
Estaba saliendo de la clase de Economía, Adam, un compañero de clase platicaba conmigo haciéndome el favor de pasarme los apuntes que yo no había tomado durante la clase.
-¿Entonces de aquí sacará las preguntas el profesor?- pregunté señalando el pié de página del libro
El asintió -Si, sacará las preguntas del pié de página de las hojas 30 y 31 y de este apunte- señaló su libreta
-Muy bien, muchas gracias Adam, te debo una
El me guiñó un ojo -Y voy a cobrármela en clase de matemáticas aplicadas, no entiendo nada- se carcajeó
-Bueno, dalo por hecho- me acerqué a él y nos dimos un abrazo de despedida, un claxon sonó excesivamente cerca de nosotros, nos soltamos al instante, reconocí el Aston de Edward
-Vale Adam, creo que han llegado por mi- dije mientras caminaba hacia el auto, el me despidió con la mano
-Luego vamos a tomar un café ¿ok?- me gritó
-Vale- contesté con una sonrisa, en realidad Adam me agradaba, abrí la puerta del auto y me monté en el
-Hola- le saludé, Edward tenía la vista hacia el frente
-¿Quién demonios era ese?- su voz estaba contenida
-¿Hablas de Adam?
-¡Oh! Así que se llama Adam
Edward pisó el acelerador y salimos como una flecha de allí, rodé los ojos y sonreí cuando mi cerebro proceso lo que estaba pasando
-Edward ¡no me jodas!- dije -¿Esto es una escena de celos? ¡ja!
-Parece que estás muy valiente el día de hoy ¿no crees? Tú nunca dices groserías
-No soy una sumisa Edward, siempre soy valiente, unos días más que otros, claro
No contestó a eso
-¿En qué lugar quieres almorzar?- preguntó
Me sentí cohibida -No lo sé... no sé de restaurantes ¿Qué te parece McDonald's?- lo sé, de nuevo soy infantil
El sonrió -McDonald's será
Estábamos en la calle Broadway, sólo tuvo que dar vuelta a la derecha para llegar a McDonald's.
Nos sentamos en una de las mesas, Edward cargaba la bandeja que contenía su hamburguesa doble y mi Big Mac, tomé una papa frita y me la llevé a la boca, comiéndola más lento de lo normal, Edward se removió
-Isabella, no hagas eso- ordenó
-Lo siento- me disculpé, era verdad, no lo había hecho a propósito
-Entonces... ¿quién es el tal Adam?
Rodé los ojos de nuevo -Edward, ¿esto es en serio?- dije, pero Edward seguía esperando la respuesta. Suspiré -Es un compañero de clase, tan sólo me estaba pasando un apunte, el profesor habla muy rápido y...
-¿Es eso? ¿No alcanzas a tomar notas?- entrecerró los ojos -Te compraré una laptop
-¡Edward no! Digo, me las arreglo perfectamente con pluma y papel
-Pero has dicho que no alcanzas a tomar nota
No lo podía creer -¡Es la primera vez que me pasa!
-No discutas Isabella, lo haré y punto- terminó
-¿Y qué tal si no la acepto?- reté
Él entrecerró los ojos -Oh, sí que lo harás
Le di una mordida a mi hamburguesa, masticándola más de lo necesario, Edward era imposible, no sé ni por qué acepté haber venido ¡Estos eran mis dos días!
-No quieres estar aquí ¿verdad? Te arrepientes- susurró, había un tono dolido en su voz
-Es que... tú me lo haces muy difícil Edward, si vine fue porque me dijiste que me necesitabas- el no contestó -Entonces, ¿qué ha pasado, para qué me quieres aquí?
Sonrió -¿Qué no es evidente?- hizo una pausa -No me puedo mantener lejos de ti Isabella, no sabes lo mal que me sentí cuando desperté hoy y no estabas a mi lado- Bien, lo admito, sus palabras me hicieron sentir mal -Pero no te preocupes, respetaré tu espacio
-Gracias- le di otra mordida a mi hamburguesa -¿Y no vas a comer? Bueno, no me sorprendería, ¿qué haces tú en un sitio como este?- dije señalando mí alrededor
El frunció el ceño -Nada de eso, claro que voy a comer- tomó su hamburguesa entre las manos y le pego un gran mordisco -¿Lo ves?
Tomé mi Coca-Cola -Pensé que no te gustaban
En silencio terminamos nuestra comida, estaba llenísima, apenas y podía caminar, salimos de ahí y nos montamos de nuevo en el auto
-¿A qué hora empieza tu próxima clase?- preguntó Edward
-A las tres y media- contesté mirando el reloj, era la una y media
El arrancó -Bueno, entonces hay tiempo
Me confundí cuando vi que no íbamos para la universidad
-¿A dónde vamos?
Se encogió de hombros -Al parque
En minutos llegamos a Central Park, me abrió la puerta y me sacó del auto, nos sentamos en una banca que había bajo un árbol, Edward tomó mi mano, pasaron tres minutos, el no hablaba, estábamos en total silencio.
-¿Qué hacemos aquí?- inquirí
-He pensado que nunca hemos tenido un momento tranquilo ¿no lo crees?
Me encogí de hombros, empezó a lloviznar, perfecto, la lluvia me encantaba.
-Mmm... Me encanta ese olor a tierra mojada- aspiré el aroma -¿A ti no?
-No mucho- contestó, lo miré y entonces me di cuenta de que Edward no llevaba ninguna chaqueta
-¿No tienes frío?
-No
Me quité la chamarra y me quedé sólo en mi suéter, se la tendí –Toma, te resfriarás
El sonrió -Gracias- extendió la chamarra y se la puso sobre el pecho -Aunque, que yo recuerde, jamás me he enfermado
Nos quedamos otro rato ahí, la lluvia mantenía su ritmo lento, las personas pasaban frente a nosotros con los paraguas extendidos y con toneladas de sueters encima, miré la hora en el Rolex de Edward, eran las tres menos diez.
-¿Qué has pensado este tiempo?- la pregunta me sorprendió
-En realidad nada- contesté -No quiero pensar en eso ahora, se me da mejor pensar las cosas en la noche, cuando estoy a punto de dormir
-Ya veo- dijo -¿Te está resultando difícil?
-No, no es algo fácil pero tampoco difícil, he asimilado el hecho de que tu no tuviste nada que ver con... eso, tú no tuviste la culpa- expliqué
-Creo que es hora de que te lleve de regreso- se levantó abruptamente, tomándome por sorpresa, eso sí que había sido raro.
Edward aparcó frente a la facultad
-Que tengas un buen día
-Gracias- estaba a punto de bajarme pero Edward tomó mi mano y me volteó
-¿Te molestaría darme un beso de despedida?
-No veo por qué no- contesté a la vez que me acerqué a él y dejé un tenue beso sobre sus labios -Ahora sí, adiós- abrí la puerta y salí del auto
-¿Podemos almorzar mañana otra vez?- pidió a través de la ventana
Mordí mis labios y alcé las cejas -Nop- y no hizo falta decir más, Edward arrancó con un chirrido de llantas
OoO
Del otro lado de los Estados Unidos, en Forks, Charlie revisaba los papeles que había en su escritorio, una de las tantas secretarias entró por la puerta
-Jefe Swan, el mismo chico de ayer está de nuevo aquí
Charlie torció los labios -Dile que pase- dijo hastiado ya que "el chico de ayer" había estado allí toda la semana
Un minuto después Jacob Black atravesó el umbral de la puerta, con una sonrisa de autosuficiencia
-Jefe Swan- saludó -¿qué decidió por fin?
-Señor Black, ya le he dicho de que sus pruebas son insuficientes, no hay nada que pruebe que el accidente de James Witherdale haya sido premeditado
-Lo que le digo es cierto, hay fotos que lo prueban- Jacob le tendió unas fotos sacadas con el celular impresas en papel, Charlie abrió los ojos como platos y se enderezó
-¡Es obvio que estas fotos están trucadas! ¿En verdad espera que la policía se crea esto?
Jacob se encogió de hombros -Entonces si aquí no comprarán esta información supongo que un periódico si lo hará- Jacob arrebató las fotos de las manos de Charlie y se fue.
-¡Christine!- gritó Charlie a su secretaria, ella entró como una bala a la oficina
-Necesito que me comunique con el departamento de revisión vehicular ahora mismo- Christine tomó el teléfono y marcó un número corto, le pasó la llamada a Charlie
-Gracias, puedes irte- dijo y luego se llevó el auricular al oído -Si. ¿Fred? Bien, no, necesito que me des información sobre un auto... Gracias- Charlie esperó un momento -¿La marca?- se rascó la cabeza -Creo que era un Volvo...- recordó la imagen que Jacob le había mostrado -Si, era un Volvo... las placas son 848-ZFY- esperó otro momento
-En efecto- dijo Fred al otro lado de la línea -El carro es un Volvo C30 plateado, el último registro fue en 2011. el dueño es...- tosió -Edward Cullen
OoO
Era domingo por la tarde, estaba tomando tranquilamente un té sentada en mi sofá, unos golpecitos en la puerta irrumpieron en el tranquilo silencio de mi apartamento, fui a la entrada, asomé por la mirilla, era Alice, cuando abrí la puerta ella no me saludó con la efusividad que era normal en ella.
-Hola- dijo -¿Puedo pasar?
-Claro- me hice a un lado para que entrara y luego cerré la puerta, Alice había tomado asiento en el sofá, tenía las manos cruzadas en su regazo, me senté a su lado
-¿Por qué tu y Edward se fueron así de la fiesta sin despedirse de nadie?
Miré para otro lado -Ha pasado algo- traté de restarle importancia -No tiene caso que te lo cuente
Alice cambió de tema entonces -Rose no se ha tomado bien las cosas
-Ya lo he notado, ¿está muy enojada conmigo?- pregunté con miedo
-No tanto, supongo que bastará con que platiques un poco con ella, tú sabes, no es agradable que te llegue información así como así- Dímelo a mí
-En cuanto pueda hablaré con ella
-Y...- Alice miró al rededor -¿Dónde está Edward? Me sorprende que no estés con él, hasta tenía miedo de llamar a la puerta y encontrarlos... tu sabes... desnudos
Me sonrojé al instante -No Alice, él y yo... nos hemos dado un tiempo- Ella alzó la cabeza y me miró triste
-¡Oh Bella! ¡Lo siento! No debí preguntar ¿estás bien?- comenzó a acariciar mi hombro
-No Alice, no te preocupes, te lo he dicho, es tiempo nada más, no hemos terminado
-Bueno... es que... cuando una pareja pide "tiempo" es otra forma menos dolorosa de decir que han terminado ¿no?- musitó
Torcí la boca –Supongo pero no, esto es diferente, sólo he pedido unos días para mí misma, hasta el lunes, ósea mañana
-¿Y eso? ¿Cuál fue el motivo?- inquirió
Me removí en el sillón, no creía conveniente hablar con eso de Alice; así como era seguro pondría un gritó en el cielo en cuanto se lo contara -No tiene la menor importancia, ha sido una tontería nada más
Alice entrecerró sus pequeños ojos -Uno no pide tiempo simplemente por algo que "no tiene la menor importancia" pero está bien, si no quieres hablar de eso no hay problema pero, ¿puedes decirme cómo lo ha tomado Edward?
-No se lo ha tomado del todo bien, pero lo ha aceptado
-Has tenido suerte, así como es él, es difícil que te haya dado tu espacio
Me extrañe -¿Así cómo?
Rodó los ojos y subió la pierna al sillón -¡Vamos Belli! ¡Todos nos dimos cuenta de cómo te miraba en la fiesta! Parecía un león al acecho de su oveja, observaba cada uno de los movimientos que hacías, cada vez que caminabas seguía tu camino con la mirada, y eso sin hablar de la mirada de amor obsesivo que tenía cuando estaban en el jardín de la casa, parecen como si estuvieran... no lo sé... como si no pudieran vivir el uno sin el otro, se han vuelto un poco dependientes... y me preocupa ... por ti, claro
Sabía que Edward a veces era un poco acosador, pero no pensé que las demás personas lo notaran -¿Por qué te preocupa?
-Te conozco Belli, eres una persona fuerte, valiente y libre y parece que Edward acabará con eso, ambos son los únicos que tienen la fuerza suficiente para acabar el uno con el otro
-No lo creo Alice, yo sería incapaz de hacerle daño, jamás- juré. Alice parpadeó dos veces
-Lo sé Belli pero... tu sabes que yo presiento mucho las cosas; los sentimientos de la gente, su estado de ánimo, todo eso y lo que te voy a decir no es para preocuparte ni mucho menos ¿de acuerdo?
Miré para ambos lados -Alice, de verdad me estás asustando- no había ni una pizca de broma en mi voz -Suéltalo ya
Una vez más Alice se acomodó en el sillón y después soltó el aire -Edward... él te ama de un modo obsesivo, hasta cierto punto es bueno amar de esa forma, pero él ha sobrepasado el límite, cuando lo vi sentado a tu lado... cómo se comportaba... me asusto Bella, siento que él sería capaz de cualquier cosa con tal de estar a tu lado, y no lo estoy diciendo en modo romántico, por favor Belli, cuídate mucho, eres mi amiga- Alice se llevó ambas manos al pecho -Eres como mi familia y si algo te pasa...
Puse mi mano sobre la suya -No va a pasarme nada Alice, Edward me ama y yo a él, y si es cierto que me ama de modo obsesivo no importa, esa es su forma de ser y si él fuera incapaz de dejarme ir...- encogí mis hombros -eso tampoco importa, no tengo ninguna intención de alejarme de él
Ella negó -Dices que tu serías incapaz de hacerle daño, que nunca le dejarás, pero ¿es que no te conoces a ti misma? Eres una persona de decisiones fuertes, segura de lo que haces, pero tienes un defecto... eres volátil, demasiado volátil, por ejemplo, ¿te acuerdas del primer día de universidad? Habías elegido la carrera de medicina pero te arrepentiste y cambiaste de carrera, o esa vez en la que estabas decidida a comprar un auto pero desististe, cuando dijiste que preferías caminar; incluso esa vez en la que dijiste que querías regresar a Forks pero igual no lo hiciste porque al siguiente día decías que amabas Nueva York, está también la vez que me contaste que cuando eras adolescente te volviste fan de Marlon Brando por la película "Último tango en París"* pero tan sólo dos días después ya eras fan de Jeremy Irons por su actuación en "Damage"*. Cambias de ideas rápidamente Belli, eres imaginativa y soñadora, un día quieres una cosa pero al siguiente quieres otra
Torcí los labios, era la verdad -Lo sé, soy volátil, siempre he detestado eso de mí, pero no entiendo qué tiene qué ver eso Alice
-¿Qué no es obvio?- dijo -¿Qué te garantiza que el día de mañana ya no ames a Edward Cullen? ¿Qué te garantiza que no te enamorarás de otro? Somos jóvenes aún Belli, no hemos madurado del todo
Me enderecé sobre el respaldo del sofá -No creo que eso suceda, esto que siento por Edward, por más volátil que yo sea, no puede acabar de la noche a la mañana, yo lo amo con todo mi ser, con mi alma, no lo amo de la forma en la que amas a tu artista favorito ni de la forma en la que amas a tu profesión o a tu trabajo, yo lo amo de la manera que se ama a una persona que sabes que jamás saldrá de tu corazón, más allá de los límites establecidos, más allá de todo ¿me entiendes?
-Tal vez- susurró -Yo sólo quiero que te cuides Belli, sólo pido eso, y ahora- una sonrisa iluminó su cara -¿Quieres pizza?- Whoa, y yo era la volátil aquí
OoO
Esto es patético... yo soy patético esos eran los pensamientos de Edward mientras estaba recargado sobre el cristal de la ventana y contemplaba la oscuridad de su departamento. Luego de haber dejado a Isabella en la facultad, el sábado, se dirigió directamente hasta allí y no había hecho más que prender la televisión y tomar whisky como loco, había pasado ya un día, pero estaba haciendo exactamente lo mismo que el día anterior, beber, quería que la tortura de los dos días acabara de una buena vez. Sin tocarla, sin oler su aroma, sin hundirme en ella durante dos jodidos días ¡Maldita sea! Deambulaba por su departamento, resistía la tentación de tomar el teléfono y llamarla. ¿Y si está con otro? ¿Con ese estúpido del tal Adam? Le hervía la sangre de tan sólo imaginarse a Isabella siendo tocada por otro hombre, besada, embestida por otro, compartiendo ambos risas que le pertenecían a él, palabras que le pertenecían a él. ¿Y si en este momento le está cantando a otro como lo hizo conmigo?
Golpeaba el piso con el talón, respiraba pesadamente, sus oídos zumbaban, su desesperación estaba a tope, decidido agarró las llaves del Aston Martin y salió al estacionamiento, pensó que tal vez vigilarla desde lo lejos calmaría sus ansias.
Eran las 12:30 de la noche, Edward se estaciono frente al edificio, llegó en tiempo récord, en circunstancias normales llegar le habría tomado treinta minutos... llegó en diez, condujo a casi 200 km/h. Miró hacia la ventana de Isabella, frunció el ceño, las luces seguían encendidas y las cortinas estaban abiertas, no era normal, Isabella debía de estar dormida desde hace rato ¿Qué hace despierta a esta hora? Mañana es día de oficina... De pronto vio a Isabella cerca de la ventana mientras bailaba, agitando la cabeza y moviendo su cabello, ella soltó una carcajada, Edward apretó el volante ¿Con quién demonios bailas Swan? ¿Con quién demonios ríes? Continuó observándola desde la distancia, ella había dejado de bailar, ahora tomaba cerveza y platicaba con alguien a quién no se veía, ella volvió a reír, hubo un momento en el que estuvo seria, al siguiente ella alzó los brazos y se lanzó hacia ese alguien para darle un abrazo, para Edward eso fue suficiente
-¡Carajo!- gritó bajando del auto y azotando la puerta, corrió hacia el edificio y se montó en el ascensor, claramente sintió como una vena palpitaba en su sien. Los segundos le parecían eternos ¿Por qué carajo tenías que vivir hasta el décimo piso Isabella? Sonó el timbre que anunciaba la llegada, las puertas del ascensor se abrieron y entonces, frente a él apareció Alice, que dio un salto al verlo
-¡Edward!- exclamó -¿Qué...qué haces... aquí?
-¿Tú estabas con Isabella?
-Si... ¿por qué?- Alice estaba asustada, Edward parecía fuera de sus cabales
-¿Hay alguien más con ella?
-No, sólo yo pero... ya me voy- su voz vibraba
-Perfecto- contestó y luego se fue corriendo por el pasillo, Alice subió al ascensor.
Ahora sus pensamientos eran una décima más calmados, no confiaba del todo en Alice, ella estaba muy nerviosa, se paró frente a la puerta del apartamento 101 y tocó con los nudillos bruscamente, seis segundos después Bella abrió la puerta
OoO
Me sobresalté cuando llamaron a la puerta, seguro era Alice que había olvidado algo, abrí la puerta sin mirar primero quién era, pegué un salto y puse una mano sobre mi pecho
-¡Edward! ¿Está todo bien?- me vi obligada a preguntar eso, Edward no se veía bien, su mentón estaba tenso, una vena palpitaba en su sien, tenía los puños apretados y me miraba intensamente, no me contestó -¿Quieres pasar?
En efecto, en una zancada Edward entró; cerré la puerta
-¿Se te ofrece algo?- el miraba para todos lados, como buscando algo, adelanté unos pasos y me puse frente a él
-¿Edward qué pasa?
-¿Con quién carajos estás?
-Con nadie
-Oh ¿En verdad? No me parece
-¿Me podrías decir lo que te está pasando?- Edward me gruñó y me tomó el brazo aunque sin apretarme en realidad
-¡Estabas con alguien!
-Sí, estaba con Alice. Suéltame- pedí y me soltó, tomó una profunda inhalación de aire
-Yo... lo siento. Perdí el control
Torcí la boca -Oh Edward, ¿cuándo entenderás? ¿cuándo?- tomé su rostro entre mis manos -Te amo león, te amo mucho y jamás te traicionaría, con la única persona con la que me interesa estar es contigo
Él se mordió los labios -¿Lo prometes?
-Claro que si- me acerqué y le dí un beso suave, el se extrañó
-¿Por qué no estás enfadada conmigo?
Sonreí triste -Porque tengo que aprender a aceptar tu forma de ser, si lucho contra tus celos jamás lograré nada
-¿Y qué vas a hacer entonces?
Encogí los hombros -Recordarte que tu eres el único al que quiero- entonces él me alzó entre sus brazos y me pegó a él
-Oh Bella, no sabes cuánto te quiero- poco a poco comenzó a morder mi cuello bajando cada vez más...
-Edward... detente- dije firme, mi lucidez se iba mientras el más bajaba... -Detente... por favor
-¿En serio quieres que lo haga?- preguntó cínico ¡Por supuesto que no queremos que pares! Gritó entonces mi desaparecida madrastra
-Si... eso quiero- se oyó un gruñido de su parte y luego me puso de nuevo en el suelo lentamente
-Necesito descansar- susurré -Y tu también- acaricié las sombras púrpura de debajo de sus ojos -No has dormido bien ¿verdad?- hice un gesto de reprobación
-Duermo bien sólo cuando tú estás conmigo- contestó
Tomé su mano y lo dirigí hasta mi cuarto, lo puse de espaldas a la cama y lo tiré sobre ella
-Muy bien señor Cullen, vamos a dormir. Mañana es día de trabajo y necesitas estar como nuevo- empecé a quitarle los zapatos y los calcetines
-Pero... ¿y la ropa?- inquirió
-Mañana irás a cambiarte a tu departamento, eres el jefe, no pueden decirte nada si llegas tarde- le saqué los pantalones y los puse sobre una silla, me dirigí al baño y me lavé los dientes y cepillé mi cabello, cuando regresé a la habitación Edward estaba sin camisa sobre mi cama.
-Señorita Swan ¿cuánto tiempo planea quedarse ahí?- El me miraba socarronamente ¡Mierda! Me había quedado mirándolo como idiota. Me puse en el otro lado de la cama y alcé las sábanas y el edredón
-Anda Edward, acuéstate- señalé el espacio, él se arrastró hasta el lugar y lo tapé, me tumbé a su lado e hice lo mismo, inmediatamente Edward me abrazó por la cintura
-Hasta mañana Edward
-¿No me dejarás nunca verdad Isabella?- esa pregunta me tomó de sorpresa
-No Edward, nunca- cerré mis ojos, Edward me besó en la cabeza y luego apagó la luz.
OoO
Me desperté, Edward ya no estaba, se había ido, era muy temprano aún, tal vez apenas las seis de la mañana. Me quité las cobijas de encima y me senté en la cama, llevé mis manos a la cabeza ¿Y ahora? ¿Qué seguía? Ya era lunes, mi plazo había acabado, momento de volver a Edward, Blancanieves estaba encantada con la idea, y la madrastra se relamía los labios haciéndose una lujuriosa idea mental de lo que pasaría ese día por la noche.
Me tenía que arreglar muy bien, quería estar bonita para Edward, abrí el clóset, normalmente sabía que ponerme apenas abría las puertas, pero ahora sí que estaba perdida.
Saqué un conjunto...no...esta falda muy larga...esta muy corta...esta blusa muy transparente...este vestido muy escotado...¡mierda! No hay nada ¡No tengo nada! Entonces, algo así como una luz divina me hizo ver un gancho con una bolsa negra encima que estaba hasta el fondo del ropero, lo pesqué y lo puse sobre la cama, le quité la bolsa de encima y entonces lo vi ¡era el vestido que Alice me regaló una vez mientras fuimos de compras! Jamás lo había usado, aún tenía la etiqueta con el precio que no me molesté en ver. Este vestido era perfecto, bonito, elegante y sobre todo perfecto para el otoño.
Corrí a la ducha, me tomé mi tiempo ahí, me depilé las piernas, me lavé el cabello a conciencia, puse un exceso de jabón sobre la esponja y masajeé todo mi cuerpo, salí, me envolví en la toalla, sequé mi pelo y sólo me puse cera para que no se esponjara y adoptara sus ondas normales, maquillé mis ojos de color café, delineador negro, maquillaje en polvo, rímel, brillo y ¡listo! Terminé con ponerme crema en todo el cuerpo y luego me colé en el vestido, me miré en el espejo, sonreí. Bueno, al final de todo, tener forma de espaghetti tiene sus ventajas, el vestido me sentaba a las mil maravillas, me puse los Pigalle, me di cuenta que me urgía ir a comprar zapatos, estaba repitiendo muchos.
Volteé a ver el reloj, ¡7:30! ¿Acaso me tardé tanto en arreglarme?
Me puse mi clásico abrigo negro encima y el bolso negro Louis Vuitton.
Esa mañana no hacía mucho frío, las calles estaban levemente iluminadas por el sol que apenas se asomaba entre las nubes. Apresuré el paso, ya se me había hecho tarde como para irme caminando, tendría que tomar el tren hacia South Ferry.
Mientras iba en el vagón miré a las personas que había allí, unos iban vestidos para ir al trabajo, otros para ir a la universidad y otros vestidos simplemente para viajar ahí. Me detuve un segundo en el tiempo, ¿a dónde irán ellos? ¿A dónde irán ellas? ¿Tendrán ellas a un león hermoso y celoso esperando por ellas en el trabajo? ¿Tendrán ellos a una chica que los ama con todo su ser esperando en su oficina? En ese momento me sentí única por primera vez en mi vida. Había una posibilidad de uno, en un trillón de que hubiera sobre la faz de la Tierra una persona como Edward, así como la misma que había de que una chica como yo tuviera a su lado a alguien como Edward.
Un sentimiento de nostalgia me hizo acordarme de James. El primer hombre que quise en mi vida. ¿En dónde estaría en ese momento? ¿Su alma en el cielo y su cuerpo en esa tumba gris del panteón de Forks? Una chica sentada frente a mi tan hermosa como una modelo de cabello fresa me sonrió, sacándome de mis pensamientos, le sonreí de vuelta.
-Hola- dijo con una voz delicada
-Hola
-¿Vas a trabajar?- preguntó y pude notar su acento inglés
-Si
-¿En dónde?- la pregunta era inocente
-A Cullen Corp
Ella hizo un gesto algo raro, una mezcla de algo que no supe distinguir
El tren se detuvo en la 79 y Columbus Circle
-Bueno, aquí me bajo yo- me levanté de mi asiento y salí por las puertas.
Miré mi reloj y ¡oh! ¡Quedaban tres minutos para las ocho! Tendría que correr porque si no llegaría muy tarde, entre el enorme bullicio de gente que subía y bajaba por las escaleras del subterráneo estaba yo, literalmente corriendo cuesta arriba y entonces...¡mierda!¡Mierda!¡Mierda! Mi tobillo se dobló y el tacón se rompió ¡el tacón de mis adorados Pigalle se rompió! Terminé de subir a trompicones las escaleras y por fin salí a la calle, me recargué sobre un poste y sobé mi tobillo, miré el tacón y bufé, ¿cómo llegar con el zapato roto al trabajo? Sabía que era impensable regresarme a casa a cambiarme los zapatos, ya era súper tarde, iba caminando, con cara enojada mirando a medio mundo con el tacón en mano y cojeando, tan sólo me imaginaba las lindas caras de Jessica y Kate al verme llegar, riéndose de mí y haciendo bromas estúpidas.
Seguí con mi camino, esperé a que diera el alto el semáforo para poder cruzar la calle, un idiota pasó en su carro a toda velocidad sobre un charco de agua y ¡me mojó el abrigo y las piernas! Genial, ahora estaba manchada toda de agua sucia y encima con un tacón roto, apreté los puños, estaba ahora si enojada, mi mañana había empezado normal y ahora era un total desastre, mi ropa estaba sucia, mis zapatos rotos y encima ya se me había hecho tarde, Edward estaría enfadado ya.
Cinco o seis minutos más caminando y llegué por fin a Cullen Corp, al parecer mi desastrosa mañana no había acabado, al llegar a la recepción mi pié desnudo golpeó contra una de las patas de las sillas de la sala de espera ¡Auch! ¡Mi pié! Sólo cerré los ojos para no gritar y no sé exactamente con que ojos había mirado a Cindy que cuando me vio inmediatamente volteó la vista para otro lado.
Hice mi recorrido habitual hacia mi escritorio, como lo había predicho Kate y Jessica se mofaron de mí
-¡Bella! ¿Esa es la última tendencia otoño-invierno?- dijo Kate con burla
-Si Bella, ¿zapato roto y abrigo mojado? Te ves espectacular- completó Jessica
Forcé una risa -¿Qué acaso ustedes "par de muñecas infladas" no pueden hacer otra cosa más que molestar? ¿Cuál es el último grito de la moda para vosotras? ¿Escotes hasta el ombligo y pantalones dos tallas menos para realzar su flaco trasero?- cerré la boca cuando me di cuenta de lo que había dicho ¡Whoa! Blancanieves y la Madrastra chocaron las manos y me alzaron los pulgares en felicitación.
Kate y Jessica abrieron la boca y luego la cerraron, no dijeron nada y voltearon la mirada hacia su computador. Exhalé, se lo tenían bien merecido, dejé mis cosas en mi escritorio y luego me dirigí hacia la oficina de Edward, preparándome para tal vez un buen regaño por llegar tarde y no era para menos, eran casi las 8:20, toqué con los nudillos
-Adelante Isabella- ¡Uff! Por su voz se notaba que si estaba enojado... y mucho. Espera ¿cómo sabía que era yo?
Corrí la puerta y entré, cerrándola a mis espaldas, Edward estaba como casi siempre, con las manos en sus bolsillos, de espaldas a mí y mirando a través de los cristales.
-¿Por qué tan tarde Isabella? ¿En dónde estabas?- yo no hice ningún ruido ni contesté, estaba concentrada en no mostrar el dolor que aún tenía en mi pie, en eso, Edward se volteó hacia mí, sus ojos me fulminaron, me miró de arriba abajo y volvió a subir la vista a mi rostro. Su expresión de enfado se había desvanecido por completo y en vez de eso, ahora su labio inferior temblaba, se llevó el dedo índice a la boca pero no pudo controlarse y soltó entonces una enorme carcajada.
Torcí la boca ¿el también se estaba riendo de mi? Puse mis brazos en jarras y alcé una ceja
-¿Te parece muy divertido?
El seguía en su fiesta feliz
-¿Qué... qué te pasó?- la risa no desaparecía de su voz
-Más bien que no me pasó. ¡Se me rompió el tacón, me mojó un auto y me tropecé con una silla!- grité indignada
El soltó otra carcajada, entonces me concentré en su rostro, se veía inmensamente hermoso sonriendo, de pronto se me quitó el enojo y yo también comencé a reír, si, era la verdad, me veía desastrosa, Edward caminó hasta donde estaba y me besó, ese beso terminó por disipar el mal humor.
-Perdona Isabella pero...- rió -Te ves... estás empapada
-Sí, ya lo sé, por eso he llegado tarde
Edward se separó de mi y tomó el teléfono -Necesitas cambiarte de ropa Isabella, te resfriarás- marcó un número -Si... necesito ropa lo antes posible...colección otoño-invierno dese luego, lo mejor que tenga, talla cuatro- y colgó
-¿A quién has llamado?- pregunté
-A la tienda de Hoss Intropia- dió la vuelta a su escritorio y se sentó en la silla, me quedé en mi lugar unos segundos, luego di la vuelta e hice el ademán de irme
-¿A dónde te crees que vas?
-A trabajar- contesté como si fuera lo más obvio del mundo
-No señorita Swan, te quedarás aquí a esperar a que traigan tu ropa, ven- invitó. Caminé hacia él y me senté frente suyo sobre la mesa, acarició mi pierna
-Y dime, ¿qué te ha pasado exactamente?
Suspiré – Pues veras, yo quería hoy estar bonita para ti, me retrase un poco, salí corriendo de casa para tomar el metro, hasta ahí todo bien, pero cuando salí del metro era aun mas tarde, corrí por las escaleras para salir a la calle y subiendo se me rompió un tacón, luego seguí corriendo esperando para poder cruzar la calle un coche paso y me puso perdida de agua sucia, ¡Mi precioso abrigo!- Él esbozo una sonrisa que más que eso, era el principio de otra carcajada que no se cómo contuvo -y para terminar con mi horrible comienzo de mañana, llegando a la recepción de abajo, me he pegado en mi pie- otra vez estaba el temblor de su barbilla, esta vez no pudo más y otra vez se lanzo a reír, la verdad es que no era para menos, ni en una de las mejores escenas de cualquier película cómica, habría salido todo esto, pero inmediatamente paro su risa al ver mi expresión de dolor que en ese momento no pude disimular, me dolía el pie de verdad, era el mismo que me torcí al romperse el tacón y el que me golpee en la entrada
-¿Te duele mucho?- me preguntó
Asentí
-¿Qué pie?
-El derecho
Tomó mi pie entre sus manos y comenzó a masajearlo -¿Se siente mejor?- me quitó mi destrozado zapato
Cerré los ojos, hace mucho que nadie me daba un masaje tan delicioso en los pies. Mejor dicho, nunca.
-Mucho más que eso, se siente fantástico
Masajeó mi pie por unos momentos más y luego posó sus labios sobre él y besó uno a uno mis dedos, me aferré fuerte del borde del escritorio, ¡Mierda! Esto me estaba excitando.
-Edward- dije suave -Para- El subió besando ahora mi entrepierna, me deshizo el nudo del cinturón del abrigo y me lo quitó, lanzándolo a no sé dónde, me acostó en el escritorio, haciendo a un lado todos los papeles y el laptop, subió a mi boca y comenzó a devorarla tan voraz y velozmente que no me daba oportunidad para mover los labios y corresponderle.
-Oh Isabella, eres cruel, ¡dos malditos días sin tocar tu piel!- volvió a besar -Sin estar dentro tuyo... pero eso acaba ahora mismo- tomó mis caderas y me jaló hacia abajo, colocándose entre mis muslos y desabrochándose la bragueta del pantalón, comenzó a frotarse contra mí, cerré los ojos cuando el lamió mi cuello y entonces... tocaron a la puerta ¡Doble mierda!
Edward paró al instante, como pude me levanté y me lo quité de encima, me bajé la falda, Edward se abrochó el pantalón y se acomodó el cabello, ambos nos separamos lo más posible, tocaron por segunda vez a la puerta.
-Adelante- dijo Edward
La puerta se abrió, un joven con una caja en brazos y un porta trajes al hombro entró, se nos quedó viendo a ambos, me debo imaginar la escena que estaba viendo el pobre, Edward con el cabello hecho un desastre, yo con la falda maltrecha e igual despeinada y sin zapatos, algunos papeles tirados en el suelo y ¡carajo! Mi abrigo estaba también en el piso, lo único que pude hacer fue sonreírle amablemente.
-Señor Cullen- titubeó -¿Dónde pongo esto?
Edward señaló al sillón de cuero negro que estaba en el costado derecho de la oficina. El chico hizo caso y lo puso ahí.
-Gracias Paul- le dijo Edward, el chico asintió con la cabeza, me miró un segundo a mí y luego se marchó
Edward tenía una sonrisa en la cara, lo miré sin poder creérmelo del todo.
-¿Cómo es que puedes sonreír? ¿No te das cuenta de que estuvieron a punto de descubrirnos?- pregunté
Él le restó importancia -No me importa, ahora...- se acercó a mi -¿En que estábamos?- me alejé
-No Cullen, ahora no ¡estamos en el trabajo! Tengo que ir a cambiarme- tomé la ropa de encima del sillón y la caja de zapatos
-Cámbiate en mi baño- ordenó
-¿Qué?
-Que te cambies aquí, en mi baño, quiero ver qué tal te queda lo que te han traído- el recargó la cadera en el escritorio
-Bien- dije, me dirigí hacia el baño, estaba a punto de cerrar la puerta hasta que Edward interpuso un pie
-¡Edward!
El entró de lleno y cerró la puerta -Sólo quiero ver- dijo inocentemente mientras se sentaba en la tapa del sanitario
Suspiré, después de todo ¿qué más podía hacer en ese momento? Con Edward frente mío comencé a desvestirme, bajé el cierre del vestido y lo deslicé hasta el suelo, abrí la bolsa y saqué las prendas que Edward me había comprado, me quedé sin palabras, el conjunto era hermosamente perfecto, una blusa casi transparente color crema con detalles de puntos, falda en A hasta medio muslo del mismo color y un cinturón delgado, me puse la blusa, estaba a punto de ponerme la falda...
-No- musitó -Ponte las medias también por favor- me tendió la dicha prenda, que era de color tierra, arquee una ceja -No pensabas que te dejaría andar con esa falda tan corta por ahí ¿verdad?
Solté el aire y negué con la cabeza, me puse las medias y luego terminé de ponerme la falda, que en efecto, si era muy corta, Edward tenía razón, luego abrí la caja de zapatos, ¡eran unos Louboutin!
-Sé que te encanta esa marca- dijo, al ver mi cara de ilusión
-Gracias Edward
-No se merecen
Me calcé los zapatos, que junto con la ropa quedaban perfectos, ya, estaba lista
-Muchas gracias Edward, prometo que te pagaré la ropa- puso una mano frente a mí para pararme
-No hay ninguna necesidad de hacer eso, es un regalo Isabella, me encanta regalarte cosas
No contesté, ya encontraría una forma de reembolsarle todo el dinero, Edward se puso de pie y acarició mi cuello.
-¿Por qué no llevas el colgante que te he regalado?
Mordí mi labio -Lo he olvidado en casa
-Necesito que lo traigas puesto en todo momento ¿de acuerdo?
-¿Por qué?
-Porque te lo he regalado para que lo lleves puesto
-Está bien- contesté, recogí el vestido del suelo y abrí la puerta, Edward salió detrás de mí.
-Ahora si me voy a trabajar
-No, aún no, siéntate, tenemos que hablar- ordenó
-Edward pero... tenemos trabajo
-Mi trabajo lo he terminado en el fin de semana, no tenía otra cosa que hacer, tu trabajo está muy adelantado ya, el resto puede hacerlo Kate y Jessica.
Rodeé los ojos e hice una mueca de desespero mientras me sentaba en el sofá
-Vuelve a hacer eso Isabella y en menos de un segundo tendrás la marca de mi mano en tu lindo trasero
Bajé la cabeza ¿Me había amenazado? Edward vino a sentarse a mi lado y se giró hacia mí
-Ahora Isabella, dime todo en lo que pensaste el fin de semana a cerca de nosotros
-Primero tú dime algo- dije -¿A qué hora te fuiste esta mañana?
Sonrió -Cinco y media tal vez, ahora contéstame tu
-¿Por qué no te despediste de mi?
-Por que estabas profundamente dormida Isabella, contéstame ya
Comencé a jugar con mis dedos -En definitiva y creo que te lo dejé claro ayer, no me alejaré de ti- Edward me sonrió -Tampoco lucharé más contra tus constantes celos, porque son una batalla perdida pero quiero por favor que me dejes más... libre... no lo sé... yo te diré con anticipación dónde estaré y así tu estarás tranquilo, puedes comprobarlo por celular...
-¿Vas a salir a algún lado estos días?- preguntó
-Tal vez sí, necesito ir a comer con Alice y Rosalie, me interesa mucho hablar con ella para aclararle todo, Alice me ha dicho que Rose no se lo ha tomado bien
-No te tiene porque importar lo que ella piense
-Si Edward, si tiene, me importa, iba de lo más bien con ella y ahora... creo que me odia, necesito arreglarlo, además, es tú familia, también debería importarte
-Rosalie es mi cuñada, no es nada mío
-Bueno pero ¿y qué tal Emmet? El tampoco parece haberse tomado todo bien
-Isabella, sabes perfectamente lo que Emmet piensa respecto a nosotros y por qué
Me callé, no quería hablar ahora de eso
-¿Y qué tal lo llevas con lo de... James? ¿Me crees todo lo que te he dicho verdad?
¡Maldición! ¡Que no quiero hablar de eso! –Sí, te creo
El asintió.
-Edward... aprovechando que ya estamos aquí... te quería avisar que mi papá vendrá a mi ceremonia de fin de semestre y...- haber como lo digo -Me gustaría que tú también fueras para... que ambos se conozcan
Muy por el contrario a lo que esperaba, los ojos de Edward brillaron y su sonrisa se ensanchó -¿Me presentarás ante tu padre?
-Si
-¿Cómo tu novio?
-Si- reí -Eso es lo que somos ¿no?
-Bueno, entonces tendré que trabajar en mi discurso de presentación ante tu padre
-¿Qué discurso?
-Si Swan, me tengo que ver como alguien serio y respetable ese día
-¡Ja! ¿Tu respetable?- dije. Al parecer habíamos pasado a terreno suave
-¿Qué dices? ¿Qué no lo soy?- hizo un gesto de falsa ofensa -Hay que cambiar la percepción que tienes de mi
Se lanzó hacía mi tumbándome en el sillón y arrastrándome debajo de él, mordió mi oreja.
-¿Y ahora Isabella? ¿Soy respetable?
Me reí -No
Mordió mi mentón -¿Qué tal ahora?
-Mhmh- negué
Mordió mi labio inferior casi hasta el dolor -¿Soy respetable?
Lo miré a los ojos -Un poco tal vez, ahora Edward, antes de que hagamos algo, me voy a trabajar, él me hundió más en el sofá
-Nop. Quédate aquí todo el día, me harás mucho más fácil el trabajo
-Ojalá pudiera- susurré -Pero tengo que ir a mi lugar de trabajo
-Pero si puedes, yo soy el jefe y dueño y si digo que te quedes aquí te quedas aquí
-Edward...- ladeé la cabeza
-Isabella, he estado dos horrorosos días lejos de ti
-No fueron dos días- sonreí -El sábado fuimos a comer y ayer dormiste conmigo
-Pero fueron fracciones del día inútiles, tan sólo unas horas, no vale así que hoy te quedas aquí y punto
OoO
Y ahora lo digo, si alguna vez Edward dice algo, eso será, estoy sentada ahora frente a él con mi laptop en su escritorio.
-¿Cómo va la campaña Isabella?
-Bien, ya está todo listo, la fiesta de presentación será en el New York Palace*
-¿Y el presupuesto?
-Ya se lo he dado a los de finanzas
-¿De cuánto será el gasto total?
¡Uy! Golpe bajo -Edward, traté de ahorrar lo más posible pero...
-¿Cuánto?
-Tres millones- me dolió el estómago de tan sólo decirlo
-Económico
¿?¿?¿?
-¿Qué? ¿Más o menos qué cantidad de dinero es lo suficientemente obscena para ti? ¿Un billón de dólares?
-Tal vez- sonrió y siguió trabajando
OoO
Eran las dos de la tarde.
-Edward ¿no vas a ir a comer?- el paró de escribir
-Claro que sí llama a un restaurante y pide algo
Hice caso, tomé el teléfono
-Para los dos- advirtió
-¿Voy a comer aquí contigo?
-Ya te había dicho que en todo el día no saldrías de aquí, lo que digo lo cumplo
-Ya me di cuenta- contesté -¿Qué quieres que pida?
-Lo que quieras ¿Qué te parece una hamburguesa?
Reí. Marqué el número y ordene dos hamburguesas.
Al poco tiempo llegó la orden y Edward y yo nos pusimos a comer.
Le di un sorbo a mi refresco
-Isabella, quiero que te quedes en mi apartamento toda la semana, hoy por la noche te llevaré el tuyo y recogerás tu ropa
Se me atoró el refresco y me dio tos, cuando me tranquilicé miré a Edward a la cara y dije no con la cabeza.
-Edward pero... ¿y la oficina? ¿Qué pensarán todos cuando nos vean llegar juntos toda la semana?
-Eso ya no importa, que piensen lo que quieran pensar- el hizo a un lado su plato -En breve le diremos a todos lo nuestro, mi familia ya lo sabe, tu papá pronto lo sabrá también, sólo falta hacerlo público
Mi corazón se saltó tres latidos, casi muero -¿Cómo piensas hacer eso? ¡No!
-Pero eso es lo que tú querías
-Sí, lo sé, lo quiero pero... tengo miedo
El se acercó a mí, me acarició la mejilla y metió un mechón de pelo detrás de mi oreja -¿Desde cuándo Mi Bella es alguien a la que le importa lo que piensen o digan los demás?
Sonreí de medio lado -Tienes razón Edward ¡A la porra todo!
-¡Esa es mi Bella!
OoO
Me avergüenzo al admitir que ese día ni Edward y yo trabajamos en realidad, nos mantuvimos dentro de su oficina pero sólo haciendo cosas banales, redactar documentos, organizar la agenda, cuadrar citas, firmar contratos... etc. Poco a poco ambos íbamos notando que la oficina se iba oscureciendo, el sol se metía y afuera, los locales y edificios comenzaba a prender sus luces.
-Puedo decir que este ha sido el mejor día de trabajo que he tenido- susurró
Yo estaba sentada en el sofá sin hacer nada, no tenía que hacer y sonó el teléfono, me apresuré a contestarlo
-Cullen Corpration a sus órdenes- Edward me miraba interrogante desde el otro lado de su oficina
-Soy Jasper ¿Estará por ahí mi hermano?- su voz se oía extraña
-Si... por supuesto- bajé el telefono
-Edward es Jasper
Edward contestó el teléfono
-¿Qué pasa?... No Jasper hoy no puedo... ¡qué te importa!...porque voy a estar con Isabella...no...- se oía desesperado
Me limité a acercarme a los ventanales y mirar
-¡Si Jasper! ¡Isabella y yo vamos a tener sexo esta noche!- y colgó
Me volteé asustada
-¿Edward qué...? ¿Por qué le dijiste eso a Japer?
Se encogió de hombros -Es la verdad, es lo que haremos esta noche
Estaba roja -Eres increíble ¿no tienes pudor?
-No, no tengo, ahora vámonos, ya es hora
Para mi alivio, cuando salimos de la oficina Kate y Jessica ya se habían ido.
OoO
Llegamos al edificio de mi apartamento, Edward detuvo el auto.
-Sólo recoge ropa para una semana y listo
-Si Edward, ya sé- contesté cansada, bajé del auto y entré al edificio.
Abrí la puerta de mi apartamento, directamente me dirigí a mi habitación y saqué una maleta pequeña de tela de mi clóset, comencé a meter ropa para el trabajo y unos cuantos pares de zapatos, mi cepillo de dientes y mi pijama.
En mi mente, la malvada Madrastra me guiñó el ojo al ver que teníamos el cajón de ropa interior en frente nuestro, me dirigí a él y saqué todos los conjuntos que había comprado en Victoria Secret, ya me imaginaba la cara de Edward cuando me viera con ellos puestos.
Terminé de meter todo y mi pobre maleta apenas cerraba, me aseguré de que en el refrigerador no hubiera nada que pudiera echarse a perder, desconecté todo y cerré con llave, una semana sin estar en mi adorado departamento.
Bajé las escaleras de la entrada y me monté al auto de Edward, él me sonrió, coloqué la maleta en los asientos traseros del auto.
-¿Lista?
-Lista
Arrancó, en veinte minutos llegamos a su apartamento, Edward bajó del carro y me abrió la puerta, luego tomó la maleta y se la puso al hombro, subimos por el ascensor.
Llegamos a la sala, Edward encendió la luz.
-¿Quieres cenar algo?
-No, la hamburguesa me ha caído pesada- contesté -Mejor ¿y si nos vamos a dormir? Tengo sueño
-Claro- me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación
-Voy a lavarme los dientes- me metí al cuarto de baño y cerré la puerta.
Terminé de cepillarme los dientes y salí de ahí Edward estaba esperándome en la cama, con el pijama ya puesta
-Ya te has puesto el pijama- hice un puchero triste
-¿Por qué?
-Me hubiera gustado ponértela ¡Lástima!
-Señorita Swan, eso siempre se puede solucionar- a la velocidad de la luz Edward se sacó la playera y el pantalón quedando en bóxer -Listo
Mordí mi mejilla interna -Creo que te prefiero así- sonreí
Me dirigí hasta mi maleta, que ahora estaba en el suelo, la abrí y saqué un camisón de satén sencillo en color negro, me quité todo lo que traía encima excepto la ropa interior y me lo colé
-Isabella... vas a hacer que me de un infarto
No contesté, me limité a irme a acostar a su lado y taparme con las cobijas, alcé mi cabeza y le di un beso
-Hasta mañana Edward- me volteé e hice el ademán de dormirme, Edward me tomó por la cintura y me puso debajo suyo
-¿Hasta mañana?- chasqueó la lengua -Oh Isabella, he estado demasiado tiempo sin hacer el amor contigo, en este momento mis últimos planes son dormir
Yo lo sabía, me moría por estar con él -Pero tengo sueño- mentí
-Pues que lastima- se lanzó a mi cuello y subió mi camisón
-Dos malditos días sin estar dentro tuyo Isabella ¡dos!- gritó
-Edward...- cerré los ojos
OoO
Rachel lloraba desde un rincón de la cafetería, se creía a sí misma basura, no tenía trabajo, ni novio, ni familia. Nada.
-El responsable de todo eres tu Cullen- sorbió sus mocos
La mesera se le acercó con rostro preocupado
-Señorita ¿Está usted bien?
-No- la taza de café entre sus manos temblaba
-Es tarde, vamos a cerrar- dijo
-No tengo a dónde ir- más lágrimas derramaron por sus ojos
-¿Hay algo que pueda hacer por usted?
Rachel comenzó a reír tristemente -Si, llame a Edward Cullen y dígale que me devuelva mi vida y mi corazón
OoO
Canción: María Magdalena
Artista: Sandra

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Un beso.

Amy W.