−Voy
a renunciar− suelto de golpe.
Él
enfoca su mirada incrédula en mí −¿Que tú qué?
−Voy
a renunciar a Cullen Corp.− repito.
−No
puedes...
Pongo
una mano frente a él –Es una decisión Edward, una decisión ya tomada.
−No
tienes derecho a renunciar Isabella. Te ordeno que no renuncies.
−Ja−
digo con ironía mientras me vuelvo para mirarlo −¿Cómo que me ordenas? ¡No
puedes!
−Claro
que puedo− responde –Eres mi sumisa y haces lo que yo te diga. Si yo te ordeno
que no renuncies, entonces tú no renuncias.
−¿Qué
es esto?− pregunto aún enojada.
Él
me quita de nuevo el papel.
−Pues
si leyeras un poco te darías cuenta de que aquí dice, y cito: “La candidata
puede convertirse en sumisa en el momento en que ella lo solicite y el
dominante acepte, así como por medio de un compromiso verbal o por medio de una
firma”
Me
atraganto con mi propia saliva –No puedo creerlo− estoy ofendida −¿Me estás
diciendo que para ti siempre he sido una “candidata”?
OoO
Charlie mira a Edward como un halcón y entonces doy por sentado que
a papá Edward no le agrada del todo, si no es que en lo absoluto.
−Papá, deja de
mirarlo así− susurro por lo
bajo.
−¿Cómo?− pregunta.
−Él no es ningún
delincuente o asesino, es mi novio, el mejor− digo.
−Tengo que estar
al pendiente de con quien está mi niña− encoge los hombros.
OoO
Me
da miedo irme y dejarlos sólos, no quiero hacerlo, pero papá ha dicho que
quiere cerveza así que tengo que ir al supermercado.
Cierro
la puerta y dejo a los hombres de mi vida sentados juntos en el sofá de mi
sala, el uno frente al otro.
OoO
−Sé
que eres un buen hombre− me dice Charlie –Pero, como ya mi hija te habrá dicho,
soy jefe de policía de Forks.
−Lo
sé, jefe Swan− contesto con educación.
Él
asiente –Bueno, Edward− carraspea –Sé que eres un empresario exitoso y que nadas
en dinero, así que creo que no te gustará saber que ha llegado a mis manos
información muy inquietante sobre ti.
Conservo
mi expresión impasible –Prosiga, jefe Swan.
−Tengo
información de que tú tuviste algo que ver la noche en que James Witherdale murió−
murmura.
Asiento
lentamente. Respiro, estoy tranquilo.
−¿Y
qué piensa usted sobre eso?− pregunto.
−Confío
en que son rumores nada más. He visto y comprobado cómo tratas a mi hija, y me
agrada. Por eso te estoy diciendo esto.
Me
remuevo en mi asiento –Dígame, jefe Swan ¿Quién le ha dado esa información?
OoO
−¿Y por qué se
fue de pronto la tía de Edward?− pregunto a Esme en el tono más desinteresado que puedo fingir.
Esme
encoge los hombros –Eso fue algo muy raro. Como te he dicho, Edward y ella eran
inseparables. Un día todo cambió, los dos dejaron de hablarse y días después sin
despedirse de nadie, mi hermana se fue. Hasta un año después no me enteré de
que ella estaba en Italia.
−¿Nunca se te
ocurrió preguntarle a Edward qué fue lo que pasó?
−Siempre lo
hacía, pero él se mostraba muy esquivo. Decidí dejarlo pasar. Bella, no sé si
te habrás dado cuenta, pero mi hijo es una persona muy difícil.
Aprieto los labios. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Conseguiré que Edward me
confiese lo que hubo entre él y su tía para que ella se fuera tan lejos?
OoO
No hay comentarios:
Publicar un comentario