– ¿Ves este labial?
–Si– jadeé. Él me golpeó en el muslo.
–Sí ¿qué?
–Sí, señor.
–Buena chica.
Entonces poco a poco él posó el labial sobre mis labios y deslizó
la barra de color rojo de un lado a otro. Yo estaba demasiado excitada. ¿Qué me
haría?
OoO
– ¿Qué?– pregunté exaltada. ¡Dios! ¡Estábamos en medio de una
manifestación!
–Ya me oíste Isabella. Quiero que seas buena niña y que me la
chupes.
El aire no existía en mis pulmones. Estábamos dentro del auto, la
gente de la manifestación gay pasaba exageradamente cerca del Aston ¿y él me
está pidiendo eso? Me sujetó por el mentón y me obligó a mirarlo.
–Te he dado una orden, Isabella.
Pasé saliva y lentamente con manos temblorosas desabroché sus
jeans y bajé su bóxer. Su erección saltó frente a mí.
Oh por Dios. ¿Y si la gente de ahí fuera nos veía? No podía creer
que iba a hacerlo. Y a la vez me avergonzaba tanto que estaba tan malditamente
húmeda…
OoO
Rachel Collins estaba frente a mí. Luciendo como lo que era. Una
modelo. Su vestido morado largo hasta medio muslo y espalda despejada le
quedaba como si estuviera hecha únicamente para ese vestido. Lucía tan… rubia y
perfecta. ¡Agh!
– ¿No está Edward?
Tardé quizás minutos en contestar.
–Sí. Él está. ¿Para qué lo quieres?
–Em… ¿estás en una reunión de negocios o…?
Sonreí cínica.
–Bueno, creo que es claro que esto no es lo que se lleva
exactamente a una reunión de negocios– Agarré la falda de mi vestido.
Ella frunció el entrecejo.
–Dile que necesito hablar con él, ahora.
– ¿Para qué?– pregunté incapaz de contenerme.
–Para…
Pero entonces sentí su presencia a mis espaldas.
– ¿Qué haces aquí, Rachel?– le tono de la voz de Edward era casi
tan filoso y peligroso como un chuchillo.
OoO
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